En 1963 Robert Wise estrenó “La mansión encantada”, un clásico del cine de terror basado en una novela de Shirley Jackson. Con el paso de los años Martin Scorsese declaro que era su favorita en ese género. Casi medio siglo después Netflix presenta una nueva versión para televisión en el que mantiene el miedo gótico y psicológico como motor fundamental de la historia. En 2018 ha sido una de las ficciones más comentadas y admiradas, uno de los eventos televisivos más destacados del año.

El creador y director de la serie es Mike Flanagan que hasta ahora había realizado películas para el olvido: “El juego de Gerald”, “Hush”, “Absentia”, “Ouija: El origen del mal”. Desde el primer momento esta serie aspira a ser muy diferente: pausada y detallista en el desarrollo dramático de cada uno de los miembros de la familia protagonista, muy cuidada en el aspecto formal (dirección artística, música, fotografía) y en la interpretación. En el reparto hay una mezcla de adultos conocidos del cine como Carla Gugino, Timothy Hutton o Henry Thomas y algunos jóvenes de la televisión actual: Michiel Huisman (“Juego de tronos”, “Orpah Black”), Oliver Jackson-Cohen (“Emerald City”, “Mr. Selfridge”), Elizabeth Reaser (“Manhunt: Unabomber”, “The Good Wife”).

Con referencia al clásico de los 60 de Robert Wise la serie también se centra en la imaginación y los sueños que en apariciones reales de espíritus malignos. Pero mientras que en la película en blanco y negro los personajes tenían una interioridad siniestra y carismática en esta serie hay demasiados estereotipos en torno a los traumas infantiles. Cada uno de los niños perdidos que han crecido con lo recuerdos terribles de la casa han acudido al alcohol, el sexo o la droga y al distanciamiento del resto de la familia. Una monotonía previsible que quita personalidad y fuerza dramática a un relato en el que además se abusa de la misma atmósfera tenebrosa, siempre acompañados de sustos muy similares (cadáveres vivientes, insectos, sombras, ruidos) que sólo existen en la cabeza de los protagonistas.

Los 10 capítulos de una hora de duración se hacen interminables y reiterativos. Tienen poco interés las relaciones entre personajes ni una definición demasiado etérea e impersonal de los espíritus que aterrorizan a los huéspedes de la casa maldita. Por poner dos comparaciones recientes “La maldición de House Hill” no tiene ni los personajes de “Motel Bates”, ni los giros.


Calidad del contenido: 3/5

Violencia: +16

Miedo: +18

Sexo: + 16

Drogas: +12

Conductas imitables:+ 16

Lenguaje: +16

Sobre el crítico

Claudio Sánchez de la Nieta

Crítico de cine y televisión de iCmedia, Aceprensa y Fila Siete. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.