
Wish: El poder de los deseos (2023)

La verdad os hará libres
En el reino de Rosas, los súbditos confían su deseo más auténtico y genuino al cumplir los 18 años, momento en que lo olvidan, a la custodia del rey Magnífico, quien lo hace realidad con el paso del tiempo si, para su criterio, lo merece. Todos admiran al monarca, entre ellos la joven Asha, de 17 años, que se postula como aprendiz del rey para ayudarle a gestionar la magia. Pero se lleva un chasco al ver el modo en que opera, y el mismo Magnífico la humilla al no cumplir el bonito deseo de su centenario abuelo. De modo que imitando a su fallecido padre, mira al cielo estrellado una noche y pide un deseo, momento en que una pequeña y traviesa bola de energía llamada Estrella baja hasta ella dispuesta a conducirla por los caminos de la magia.
La trama pone en valor los deseos, pero “no cualquier deseo”, sino esos que te llenan e ilusionan, haciendo que la vida merezca la pena. Sí, pueden estar traspasados de un vago idealismo difícil de concretar, pero son altruistas y verdaderos, contienen una verdad que nos hace libres, frente a engaños egocéntricos que halaguen nuestra popularidad o acrecienten el poder. Y el relato queda salpicado por el espíritu de iniciativa y la capacidad de tomar riesgos para realizar aquello que se cree justo, el valor de la familia que nos concede fuerzas, o el de los amigos, que pueden tener caracteres y personalidad tan diferentes, pero cuya lealtad es un auténtico regalo.
La animación asistida por el ordenador sigue avanzando y permite crear entornos increíbles, o dar a los personajes humanos, dentro de sus trazos de cartoon, una perfección asombrosa, a veces hasta excesiva, confieso que algunos movimientos o los labios sincronizados con las palabras que se pronuncian a veces me distraían e incluso chocaban, demasiado perfectos, me decía para mis adentros. Destacan las coreografías que acompañan a la banda sonora y las canciones, buen trabajo musical de Dave Metzger, Julia Michaels y Benjamin Rice, el lugar donde se almacenan los deseos y los momentos climáticos en que asoma el mal con todo su poder, y la capacidad de hacer el bien que se le enfrenta y lo supera, a pesar de los pesares.
