Las pantallas y los videojuegos se están convirtiendo en una adicción «cada vez más preocupante entre los jóvenes»

ELISABETH BUSTOS – https://www.abc.es/

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«Mi vida era un sufrimiento diario. No dormía pensando a quién iba a engañar, a quién iba a mentir, a quién iba a robar para conseguir dinero al día siguiente. Manipulaba a mis padres, a mis amigos; me inventaba mil y una historia para conseguir dinero y gastármelo en el juego». Este era el día a día de Fernando, un joven de 26 años que desde muy temprana edad desarrolló adicción al juego.

Fernando es usuario de la Fundación Ceres, un centro situado en Tomelloso (Ciudad Real) que ayuda a las personas a tratarse de sus adicciones. El juego patológico es una de ellas, sin sustancia o comportamentales contemplada como enfermedad. Está incluída dentro de la categoría de las adicciones, al mismo nivel que las drogodependencias y el tabaquismo.

El calvario de Fernando comenzó siendo niño. Recuerda que en su familia siempre ha habido una gran afición al juego de mesa: «Era muy competitivo y el simple hecho de jugar a una brisca o un cinquillo me ponía muy nervioso». «Iba con mi padre a echar una quiniela y me decía: ‘rellena tú esa columna’. Mis padres no eran conscientes de que me estaba creando una adicción», añade.

Pero este conquense se convirtió en un «inconformista». Las máquinas tragaperras ya no eran suficientes para saciar su adicción al juego, por lo que decidió iniciarse en el mundo del juego online a través de las apuestas deportivas. Para ello necesitaba un puñado de años más, hasta alcanzar la mayoría de edad. Pero encontró un atajo: robó el dni a su padre, se creó una cuenta falsa en un portal de apuestas y pudo hacer realidad su ‘sueño’. «Un día ganaba dinero; otro lo perdía, incluso llegaba a enfadarme conmigo mismo por no haber apostado más cantidad. Se convirtió en un círculo vicioso».

Los expertos advierten de que el juego online puede derivar más fácilmente hacia un juego patológico que el presencial, debido sobre todo a la elevada accesibilidad: se puede jugar desde el teléfono móvil todo el día desde cualquier lugar y de forma privada, lo que dificulta el control. En sus garras cayó Fernando.

Su bola se hizo cada vez mayor hasta el punto de que una noche en un casino llegó a perder 4.000 euros. «Mi familia me decía que tenía un problema, pero yo no lo veía. Me convertí en una persona agresiva», se recuerda.

«Destrocé a mi familia»

Fernando no trabajaba y sus padres le daban «algo de dinero» para «mantenerme». «En mi casa siempre ha habido dinero porque mi familia trabajaba en el campo y les robaba para jugar. Empiezan las discusiones porque no puedes mantenerte sin trabajar y cada vez vas acumulando más deudas… Llegué a sacar préstamos a nombre de mis padres y con 18 años ya debía más de 15.000 euros».

Su adicción al juego le llevó también al consumo de sustancias: drogas y alcohol. «Las tres juntas ya son una bomba de relojería porque, una vez que consumes algún tipo de sustancias, te da igual ya todo. Te da igual gastarte 1.000, 3.000 o 5.000 euros, pierdes los sentimientos… el consumo te hace no ver la realidad. El único pensamiento que ocupa tu cabeza es que tú solo quieres jugar y todo el mundo está en tu contra».

Tenía 18 años y aparecieron en su vida cinco sílabas que escondían una nueva realidad para Fernando: Fundación Ceres. Probó suerte como centro de día, pero no fue suficiente. «Cuando me marchaba a casa, iba a un bar, me tomaba un café y siempre echaba algún eurillo en las tragaperras. Además, seguía teniendo móvil y apostaba vía online.

Su dependencia se llevó por delante sus seres queridos. «La adicción al juego destruye a la familia. Mis padres se arruinaron hace tres años por mi culpa y mi madre entró en una depresión». En un túnel sin salida, decidió internar en el centro apoyado por su familia. Y vio la luz: «Ha sido la mejor decisión de mi vida. Cualquier día malo aquí es mejor que los de antes».

Más jóvenes ludópatas

Como Fernando, el número de personas con adicción al juego ha ido aumentando progresivamente en la región. Según la información obtenida a través del Indicador de Admisiones a Tratamiento por Adicciones, en Castilla-La Mancha el número de pacientes con ludopatía se ha multiplicado por 2,5 de 2012 a 2019. Durante los años 2020 y 2021 el número de admisiones descendió de manera importante debido a la pandemia por Covid, pero la vuelta a la normalidad ha traído consigo un repunte de casos.

Para frenar esta problemática social, el Gobierno regional aprobará esta semana la limitación en la instalación de máquinas tragaperras y no se concederán nuevas licencias a salas de juego durante los próximos cuatro años. Porque en la comunidad autónoma existen 4.457 establecimientos de hostelería con 6.427 máquinas tragaperras , que continúan siendo el sector más importante dentro del mercado del juego autonómico. En cuanto a las casas de juego, se contabilizaron en 2021 un total de 200 locales, donde los salones de juego (172) son los más numerosos.

«Es alta la preocupación que tenemos por el crecimiento importante que está habiendo en los últimos años en torno a la adicción al juego. Esto tiene una manera de limitarse, que es con la prevención, pero también con las actuaciones que tenemos que hacer tanto con las personas afectadas como sus familias. Nos preocupan especialmente los jóvenes donde el principal crecimiento se ha producido en el entorno del juego online», afirma el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz.

Alerta del incremento importante en los videojuegos y en las llamadas ‘cajas de recompensa’ donde también hay que actuar. «Estamos trabajando en un plan preventivo relacionado con las adicciones al juego y a las pantallas. Es muy importante que entre todos cuidemos la educación para la salud y cuidemos la prevención en la adicción al juego, sobre todo con aquellos que son menores y más lo necesitan».

Para tratar estas adicciones, en Castilla-La Mancha existen once Unidades de Conductas Adictivas (UCA), integradas en los servicios y dispositivos de salud mental del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). Son centros especializados en el tratamiento de las adicciones.

La UCA Mancha Centro del hospital de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) es uno de ellos. Luis León, jefe de su servicio de Psiquiatría, explica que la mayoría de los pacientes con adicción al juego patológico que acuden a consulta son consumidores además de otras sustancias como alcohol y cocaína. La horquilla de edad se mueve entre los 20 y los 40 años, destacando la temprana edad en esta adicción, sobre todo en los hombres. «Hay adolescentes y niños que incluso sustraen la tarjeta a sus padres para hacer apuestas online», explica el doctor, cuyas palabras recuerdan la historia de Fernando.

También hay pacientes que presentan problemas solo de juego patológico. Este abanico es más amplio ya que la horquilla oscila entre los 35 y 65 años. «Algunos de ellos tienen diversos problemas sociales asociados, como puede ser la prostitución o la delincuencia», radiografía.

Insiste, al igual que Fernando, en que el primer paso para iniciar el tratamiento es la «implicación de la persona». Tener voluntad y confiar, por ejemplo, en las UCA, cuya intervención es de carácter ambulatorio. Están constituidas por equipos multidisciplinarios formados por médicos, psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, enfermeras, auxiliares de enfermería y auxiliares administrativos.

El doctor León también advierte de una adicción sin sustancias que cada vez es «más preocupante» entre los jóvenes. «En pantallas y videojuegos nos están llegando muchos casos de población cada vez más joven. Nos preocupa porque va acompañado de absentismo escolar, violencia intrafamiliar y aislamiento social, y esto para los especialistas es un signo de extrema gravedad», pone el acento.

Menores ‘enganchados’

Hace hincapié en la «normalización» o «resignación» que existe en el ámbito familiar e, incluso, en la sociedad. «Cuando nos llegan casos de estos a consulta, la situación suele ser ya bastante grave y, a veces, incluso se ha cronificado. Esto hace que la intervención sea mucho más costosa, más difícil y requiera de una coordinación con instituciones como Educación, Servicios Sociales, incluso Justicia».

Cita que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un niño no debería tener contacto con ninguna pantalla antes de los dos años, pero «este contacto en casi todas las familias se tiene». Señala además que hay niños de entre 2 y 3 años que pasan al día más de 7 horas delante de las pantallas, es decir, «prácticamente todo su tiempo libre».

«Esto influye negativamente en su desarrollo cerebral cuando la exposición es muy temprana. Luego también, al ser unos medios que estimulan muy potentemente el cerebro, los niños tienen dificultades de atención cuando se encuentran en situaciones normales de aprendizaje», explica.

En esta línea, el Gobierno de Castilla-La Mancha ha anunciado que se sumará a la propuesta del Ministerio de Educación para prohibir el uso de los móviles en Primaria y Secundaria durante el horario lectivo. Pero esa medida por si sola no es suficiente. La familia también juega un papel fundamental. «Cualquier acción que realice el menor en redes sociales -dice el doctor-, el responsable último de esas acciones son los progenitores, que son los que tienen la obligación de supervisar todas las acciones y su seguridad en las redes». Y reitera: «Se hacen muchas compras y apuestas online dentro de los videoojuegos utilizando las tarjetas de crédito de los padres».

En las actividades de promoción de la salud que «estamos insistiendo mucho en el uso que hacen los padres de la tecnología delante de los hijos. Es decir, no se le puede decir al niño que deje el teléfono mienras los padres lo usan comiendo. Es una incongruencia tremenda», subraya el doctor.

Mientras, Fernando lleva tres meses de internamiento y reconoce «ser otro» chaval. Ahora está empezando a hacer sus primeras salidas: «No puedo manejar dinero durante muchos años, pero merece la pena. La Fundación Ceres te devuelve la vida; eso sí, hay que tener voluntad».