Hermanos del viento (2015)

Compañeros heridos

Los Alpes. Lukas y su hosco padre Keller viven en una cabaña en medio de las montañas, en un valle solitario en donde ellos y el guardabosques Danzer son los únicos humanos. Lukas y su padre apenas se hablan, hay entre ellos un muro de silencio y tristeza que los separa. Un día Lukas encontrará una cría de águila real que ha caído desde lo alto de su nido. El niño le salvará y le cuidará, y ambos se harán inseparables.

La propia naturaleza de la historia –sencilla, bonita, emotiva– ofrece un marco perfecto para ser narrada al modo de un cuento, en donde los elementos humanos y la vida animal en el bosque se entrelazan de modo excelente. En este sentido son bien claras las conexiones con El oso y otros filmes similares que implican al espectador en las dificultades y luchas de un animal salvaje por abrirse camino en la vida. Es la voz de Jean Reno, que interpreta a uno de los tres único personajes humanos que viven en el valle, la que con pequeños apuntes introduce los hechos y ofrece un mínimo hilo conductor para ir situando al espectador en la historia de Lukas y su águila. La parquedad de los diálogos, la soledad del lugar y el carácter meditabundo del joven protagonista dejan casi todo el espacio a las imágenes del entorno, que se convierten en el plato fuerte de un precioso film, verdaderamente espectacular en su acabado visual, un tributo a la vida natural rodado con gran elegancia y una exquisita fotografía de Óscar Durán y del propio Otmar Penker, con planos muy hermosos de las montañas alpinas, en donde se incluyen momentos extraordinarios y enternecedores en el nido de lo alto de los riscos o secuencias para cortar el aliento, como los intentos frustrados del águila por cazar a sus presas. Son pasajes a la altura de los documentales naturales más prestigiosos.

Y en medio del impresionante paisaje, pero más allá de lo puramente formal, Hermanos del viento habla del cariño del hombre por la naturaleza, de la armonía que ha de reinar entre ambos. Y el director cordobés lo hace con tono marcadamente positivo, haciendo hincapié en el corazón del ser humano, en la necesidad de amar y de ser amado. El vacío, si lo hay, necesita llenarse, y en este caso el amor de Lukas por su águila será el catalizador que regenere su corazón herido, de modo que tanto el niño como el águila puedan emprender libremente el camino de sus vidas. Sólo así podrá haber sitio para el reencuentro con los seres queridos.

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