Hoy 16 de julio nuestra propuesta es “Divertimento” en Sundance a las 20:35

Manejando la batuta

Zahia Ziouani siempre ha soñado con ser directora de orquesta. El amor por la música lo ha aprendido en el seno de su familia de origen argelino, su padre era aficionado a escuchar conciertos de música clásica emitidos por televisión, y ella además ha aprendido a tocar la tuba, mientras que su melliza Fettouma toca el violoncelo. Ambas pasan con 17 años de su instituto en los suburbios de Saint-Denis a otro muy exclusivo en París, donde Zahia podría ver hecho realidad su sueño. Pero chocan con la dura realidad de algunos compañeros muy elitistas, además de que existen prejuicios a la hora de considerar que una mujer pueda estar al frente de una orquesta. Corre el año 1995, y la oportunidad para Zahia podría surgir con ocasión del encuentro con el maestro Sergiu Celibidache, que va a impartirles una clase magistral de dirección de orquesta.

Muchos de los elementos clásicos de este tipo de historias están presentes en el film, pero sin que ninguno suene a cliché, hay frescura todo el tiempo. De modo que tiene encanto la relación discípula-maestro entre Zahia y Sergiu, muy bien interpretados por Oulaya Amamra y Niels Arestrup, donde conviven complicidad, exigencia y desencuentros; la rivalidad de Zahia con el otro compañero aspirante a director de orquesta, al que todo le ha venido dado por su posición; las diferencias de clase entre los alumnos acomodados y los humildes, que aprenden a convivir cuando colaboran juntos en una orquesta a la que bautizan como «Divertimento»; el cariño entre las hermanas, y la gran unidad familiar, donde todos cuentan, incluido el chico ajeno a la música y que se quiere dedicar a la educación física. Hay espacio para el éxito y para el fracaso, para el avance y el retroceso, para la ilusión y el desánimo.

La belleza está en el detalle, como el de ese chico que toca el clarinete, resentido con su padre, con el que se siente incapaz de hablar, hasta que lo hace, en una escena carcelaria memorable… ¡con la música! Y resulta hermosísimo el final, un momento de comunión durante la ejecución de “Bolero” entre artistas y público, no necesariamente distinguido, gente sencilla que anda por ahí, al aire libre. No hay papel pequeño en este film, hay muchos personajes, muchos estudiantes, y todos los actores saben “tocar su instrumento”, bien dirigidos por la inspirada directora Mention-Schaar.