Old Henry (2021)
Regreso a la leyenda
Henry vive con su hijo Wyatt en una aislada granja. El trabajo es duro y la vida monótona. Pero algo va a cambiar cuando Henry encuentra cerca de su casa a un hombre malherido junto a un buen puñado de dinero y decide darle cobijo. Pronto se presentarán unos hombres en la granja haciendo preguntas. Y Henry sabe que más tarde o más temprano el enfrentamiento será inevitable.
Áspero y potente western escrito y dirigido por el desconocido Potsy Ponciroli, quien presenta a un padre y un hijo que deben enfrentarse a unos violentos forajidos. Está bien contada la tensa relación entre padre e hijo. Henry, hombre trabajador, de pocas palabras y de aspecto desabrido, y Wyatt, un joven casi adolescente que siente que su vida carece de alicientes. Mientras el padre parece hecho al monótono y duro trabajo de la granja, el chico se desespera, desea un cambio de vida, siente que su padre no le escucha, no le entiende, no le quiere.
Old Henry tiene algunas reminiscencias de Sin perdón. Habla de una época legendaria y también de la fuerza inexorable del pasado, que vuelve inesperadamente de modo que nos traslada a un territorio primitivo, en donde la maldad y la ley del revólver dominaba las extensas tierras norteamericanas. Es el último arrebato pretérito de un mundo en proceso de cambio, un postrero ramalazo de una época de héroes, de pioneros, de leyendas del viejo oeste. La película tiene un justo aire fatalista e implacable, quizá no es posible la redención –como dice un personaje– pero el amor sí puede cambiar por completo la vida de un hombre y darle motivos de esperanza. Y, sin embargo, es un acto de bondad lo que también puede desencadenar el desastre.
Ponciroli atrapa con su puesta en escena sombría, con la inquietante presencia de herido, con el acecho de los forajidos, con el misterio que rodea al protagonista. El espectador prevé que el pausado desarrollo va encaminado sin duda a un definitivo estallido de violencia en donde los personajes enseñarán sus cartas. Hay un sabio uso de la banda sonora de Jordan Lehning, que nos prepara para ese crudo desenlace. En el capítulo interpretativo Tim Blake Nelson encarna maravillosamente al taciturno protagonista, un hombre con dureza de pedernal, mientras que Stephen Dorff está a la altura como su duro oponente.