Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación de Francia.

Los libros nos configuran la cabeza, nos hacen entender mejor el mundo. En una era donde las pantallas son omnipresentes, cobra más sentido tener claro la importancia del equilibrio en su uso y recuperar los libros no solo con fines académicos, sino para los momentos de ocio.

El libro de Desmurget, es una propuesta clara y práctica en favor de la lectura. Se citan numerosos estudios que demuestran que la lectura por placer tiene un impacto único en el aprendizaje cognitivo y socioemocional: fomenta el lenguaje, los conocimientos generales, la creatividad, la atención, la escritura, la expresión oral, la autocomprensión y la empatía.

El autor reconoce que existen también otras opciones de ocio beneficiosas: juego libre, el aprendizaje de un instrumento, las prácticas deportivas y artísticas… pero que la lectura ofrece beneficios insustituibles.

Leer más allá de las lecturas obligatorias

«Un niño que solo lee lo necesario para sus tareas, nunca desarrollará una comprensión profunda», afirma Desmurget. Para fomentar el hábito de leer desde pequeños, es clave la lectura en familia. El interés que la familia muestra por los libros influye mucho en que el niño se convierta en lector de forma natural. Lo que se logra en la infancia es un buen indicador de la comprensión lectora en la enseñanza secundaria.

Pero, siempre es buen momento para comenzar. Un estudiante de secundaria lee alrededor de 145 palabras por minuto, lo que significa más de un millón de palabras al año si lee 20 minutos al día. Con solo 20-30 minutos de lectura diaria, se pueden leer unos 20 libros al año, tomando como ejemplo obras de tamaño medio como «Un mundo feliz» de Aldous Huxley. Existen muchos formatos para comenzar, según la edad: libros ilustrados, pop-up, cuentos, novelas, poesía, etc.

La comprensión lectora y la reflexión, como antídoto a las fake news

Leer es mucho más que aprender a descifrar las letras. Es esencial comprender lo que se lee.  En el libro se cita una anécdota de Woody Allen, quien afirmó: “he hecho un curso de lectura rápida y he conseguido leerme Guerra y paz en veinte minutos. Va sobre Rusia”. La cuestión no es leer rápido, sino comprender el contenido.

Además, la cosa se complica aún más cuando salimos del terreno de la comprensión para pasar al de la reflexión. No en vano, comprender no lo es todo: también hay que pensar, y no es fácil hacerlo si no se dispone de ningún saber sobre el que apoyarse. Por este motivo, la lectura es un buen antídoto contra las fake news y para evitar que tus hijos se conviertan en ‘cretinos digitales’.

¿Una nueva tendencia?

El principal obstáculo para la lectura entre los jóvenes no es tanto la falta de interés, sino el crecimiento del ocio digital (Netflix, Fortnite y TikTok…). El tiempo es limitado, y muchas de estas actividades han reemplazado otras importantes como el sueño, el tiempo en familia, las tareas escolares y la lectura.

También hay que recordar que la caída del tiempo de lectura no es un fenómeno nuevo: ya en 1972, el Ministerio de Salud Pública de EE.UU. indicaba que la compra de un televisor provocaba una reducción (de en torno a un 40%) del tiempo que los adultos destinaban a leer libros; estudios posteriores revelaron un impacto similar en niños y adolescentes.

En definitiva, un libro recomendado, con numerosas referencias bibliográficas, que es un llamamiento a no renunciar a la lectura en el tiempo libre de niños y adolescentes, porque eso tendrá efectos en el futuro común a medio y largo plazo. Como recordaba Rad Bradbury en Fahrenheit 415 “para destruir una cultura no es necesario quemar libros: basta con que la gente deje de leerlos.”