Dirección: Clint Eastwood

Intérpretes: Morgan Freeman, Matt Damon, Tony Kgoroge, Patrick Mofokeng, Matt Stern, Julian Lewis Jones, Adjoa Andoh, Marguerite Wheatley

Guión: Anthony Peckham

Duración: 133 min.

Público apropiado: Jóvenes

Género: Biográfico, Deportivo, Drama, Histórico

 

Por: decine21

Invictus_CTras su liberación en 1990 -ha permanecido en prisión 27 años-, Nelson Mandela -entre los suyos, Madiba-, se postula para presidente de Sudáfrica, cargo para el que es elegido en 1994. Aunque desea fervientemente ser el presidente de todos, blancos y negros, no resulta sencillo por el resentimiento mutuo, consecuencia del apartheid. Botón de muestra es el Springboks, el equipo nacional de rugby, compuesto casi en su totalidad por blancos, y que muchos identifican como símbolo del apartheid, hasta el punto de pedir un cambio de uniforme y simbología. Con cálculo político y comprensión humana, Mandela se da cuenta que de proceder a tal cambio, los afrikaneers lo tomarán como una afrenta. Así que decide oponerse y apoyar con todas sus fuerzas al equipo -que no vive su mejor momento- en el campeonato mundial, del que Sudáfrica es país anfitrión.

Clint Eastwood vuelve a apuntarse un tanto, en el cine lleva una racha que le lleva de victoria en victoria. Aquí se basa en una historia real, contada con detalle por John Carlin en un libro que adapta Anthony Peckham. El riesgo estribaba en que que el carácter aleccionador fuera demasiado obvio, y el film se convirtiera en empalagoso «pastelón». Pero Eastwood lo sortea porque cree en el material que maneja. La historia ejemplar a él no le supone un lastre, sino un estímulo para hacer lo que mejor sabe, cine de primera división, atravesado de formidable clasicisismo, con personajes de carne y hueso, creíbles.

La película trata, con realismo y huyendo de lo enfático, de reconciliación y perdón, de la superación de los prejuicios, de inspiración y liderazgo. Y todos estos temas, están perfectamente insertados en la trama, con el elemento deportivo como magnífico «cemento» cohesionador, en perfecto equilibrio. La idea de la convivencia interracial, que de locura impensable pasa a ser deseable posibilidad, se apunta nada más arrancar la narración, con el deseo de Mandela de mantener en el palacio presidencial a todo miembro del personal que lo desee, sin importar el color de su piel. Tal decisión se traslada a los escoltas de la seguridad presidencial, una pequeña comunidad cuya evolución queda muy bien perfilada; lo mismo cabe decir de la visión de las cosas de los padres de François Pienaar, el capitán del equipo de rugby.

Liderazgo e inspiración son las funciones que unen a Mandela y Pienaar, interpretados con maestría por Morgan Freeman y Matt Damon: son sobresalientes los matices de uno y otro, en lo profesional y en lo personal. A ambos les toca asumir papeles por los que deben ilusionar también a su público «no natural»: Mandela a los blancos amantes del rugby además de a los negros que piensan que se está «distrayendo», Pienaar a los negros que siempre han apoyado al rival de los Springboks, fuera quien fuera, además de a sus compañeros blancos de equipo. Y lo hacen con enorme determinación, de la que también es símbolo la dureza del rugby, donde es obligado chocar con el contrario con fuerza, para obtener la apetecible victoria.