País: España59336_primer-cartel-la-peste-serie-original-movistar-plus

Creadores: Alberto Rodríguez y Rafael Cobos Intérpretes: Pablo Molinero, Sergio Castellanos, Manolo Solo, Paco León, Javier Botet Duración: 1 temporada de 6 capítulos de 50-60 minutos Emisión en España: Movistar Público adecuado: +18 (X+V+D+) Calificación: 5/10  

La leyenda negra e interminable de España

Alberto Rodríguez ha sido uno de los grandes impulsores del cine español de los últimos años. Grupo 7, La isla mínima o El hombre de las mil caras han logrado premios y prestigio dentro y fuera de nuestro país y además buenos resultados en taquilla. En estas producciones ha demostrado su talento para retratar la corrupción ibérica en diferentes épocas y contextos: la Sevilla previa a la Expo del 92, el ambiente rural andaluz de los años 80 y el declive del felipismo en los 90. Con inteligencia y sutileza este director sevillano acompañado de su guionista habitual Rafael Cobos consiguió profundizar en la miseria humana con veracidad y mesura, dejando que los personajes muestren la lucha interior por no dejarse arrastrar. Por estos motivos me sorprende tanto el tono, el ritmo y falta de matices de esta serie de producción muy generosa: 10 millones de euros.

La trama se centra en unos asesinatos brutales investigados por la Santa Inquisición que coinciden con la llegada de la peste negra en 1647 en la que murieron 60.000 personas, casi la mitad de la población de Sevilla.

No se puede negar que el aspecto visual de la serie está muy logrado con el vestuario, la música, la fotografía y las localizaciones. El verismo que ha caracterizado siempre a este director se logra transmitir con planos generales cuidadísimos de la Sevilla del siglo XVII, por entonces el centro del Mundo ya que ahí llegaban los barcos con las riquezas obtenidas en las Indias. El reparto de la serie es un lujo, con actores que hablan un andaluz que te crees por completo. Entre otros destacan especialmente Paco León, Pablo Molinero, Manolo Solo.

Este trailer de promoción es paradigmático. Reúne todos los tópicos de la decadencia de aquella época con una maestría indudable. Una manera de presentar una producción que evidentemente navega en esa dirección apuntando directamente a la Iglesia Católica como fuente de todas las calamidades.

Algunos críticos compararon La peste con la calidad de las series de la HBO. Y efectivamente esta producción de Movistar tiene ese oscurantismo hipersexualizado de Juego de Tronos o Los Tudor. Todo es lamento en silencio, rostros sin vida en los ojos, pústulas, hambre y crueldad. Los personajes deambulan por las callejuelas, sótanos, burdeles, casas infestadas y palacios de lujo decadente de la nobleza y la Iglesia. No hay piedad cristiana sino superstición, abuso de poder y falta de ejemplaridad de los eclesiásticos. La narración y el ritmo son tediosos al describir ambientes y personajes muy similares divididos de manera simplista en explotados y explotadores. No hay ternura, esperanza ni cambios de ritmo. La cámara está en su sitio y los actores asumen sus roles de supervivientes en medio de una tragedia sin vida.

Esta visión tan negra de la Historia de España parecía haber sido más que superada en series tan complejas y brillantes como Isabel, Carlos Rey Emperador, El tiempo entre costuras, 23F: el día más difícil del Rey o películas tan valiosas como Ebro. De la cuna a la batalla, La Xirgu o Un Dios prohibido, También la lluvia. Pero en los dos últimos años hemos vuelto a enterrar con ceniza nuestra historia en películas como Oro, 1898: Los últimos de Filipinas y en series como La peste o Conquistadores: Adventum. Mientras que la cultura anglosajona no deja de ensalzar y blanquear en muchos casos la historia de sus predecesores en producciones multimillonarias (la última de ellas; la brillante Dunkerque), en España seguimos exportando esa imagen anacrónica y oscura de nuestros siglos de Oro. Una injusticia histórica para los artistas, reyes, santos y ciudadanos de a pie que, con sus errores, se dejaron la vida por revolucionar y modernizar la ciencia , la cultura, el comercio y la política. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Claudio Sánchez