Dirección: Kathryn Bigelow

Intérpretes: Jeremy Renner, Anthony Mackie, Brian Geraghty, Guy Pearce, Ralph Fiennes, David Morse, Evangeline Lilly, Christian Camargo

Guión: Mark Boal

Duración: 131 min.

Público apropiado: Jóvenes

Género: Acción, Bélico, Drama

Por decine21

entierrahostilCLa mejor película hasta la fecha sobre la guerra de Irak. Sigue las labores cotidianas en Bagdad de tres marines estadounidenses, que conforman una unidad de artificieros especialistas en desactivar bombas. Ellos son Will, muy individualista, que parece no conocer lo que es el miedo, y ha desarmado cientos de artefactos; Sanborn, un afroamericano muy racional, que piensa que la seguridad pasa por el trabajo en equipo; y Owen, el más joven, al que el conflicto está afectando, y que recibe ayuda psicológica de un coronel médico. Sus distintas misiones sirven para ahondar más en sus personalidades: tocamos su humanidad, también en lo que se refiere a los lazos familiares, buceamos en sus temores, y llegamos a atisbar un poco el daño tremendo que hace la guerra, en primerísimo lugar a los propios combatientes.

Kathryn Bigelow es una excelente directora de escenas de acción, lo que atestiguan filmes como Le llaman Bodhi, Días extraños y K-19: The Widowmaker. Aquí suma a su talento para las secuencias adrenalíticas -todas sobresalientes, con una atmósfera de tensión casi insoportable, y sin maquillar jamás el horror bélico- el manejo de un sólido guión de Mark Boal, que ya había puesto previamente su granito de arena en el libreto de En el valle de Elah. Y el resultado de tal conjunción es muy notable. Ya la secuencia de apertura es modélica para explicar en qué consiste el infierno de Bagdad: soldados patrullando por todas partes y sus inevitables bromas procaces, civiles suspicaces, el pánico ante las amenazas de bombas, la desconfianza de unos y otros… y el traje de artificiero, que parece propio de un cosmonauta, y subraya la idea de que los marines están verdaderamente en otro planeta, cuyas claves de inteligibilidad se les escapan. Otros pasajes recuerdan al western, duelo al sol en el desierto bajo un calor infernal, lo que se subraya con la partitura de Marco Beltrami y Buck Sanders, suavemente evocadora de los filmes de Sergio Leone y Ennio Morricone.

Gran mérito del film es su huida constante del tópico. No estamos ante el elemental heroísmo de tantas películas bélicas. Tampoco se cae en la simple desmitificación típica de los títulos sobre Vietnam, opción seguida por Redacted de Brian de Palma o la miniserie Generation Kill. Es todo más complejo, y por ello, más creíble. Con inteligencia, se deja de lado la cuestión política -no se menciona a Bush en ningún punto del metraje-, optando por entregar hechos harto elocuentes, que permitirán al espectador sacar sus conclusiones. Como la detención de un taxista con un arma apuntándole a la cabeza, con la ironía que explica en gran parte la tragedia de la ocupación americana, de que «o era insurgente, o ha pasado a serlo».

Tampoco se cae en la tentación de mostrar a unos mandos lerdos, que no se enteran de nada. Y los protagonistas están lejos de ser unos tarados: son personas normales, auténticos camaradas, con familia, capaces de congeniar con Beckham, un chaval nativo; no desprovistos de problemas, tal vez adictos a las emociones fuertes, o su contrario, intentan evitarlas, pero ni una cosa ni otra les llena de orgullo, simplemente procuran hacer lo que mejor saben, encajar en el puzzle iraquí.

El reparto es perfecto, está hecho con inteligencia. El trío de actores principales resulta bastante desconocido -genial Jeremy Renner, que compone un personaje muy poliédrico; totalmente en su sitio Anthony Mackie y Brian Geraghty-, una astuta opción, como lo es la de apuntar a nombres que suenan para papeles pequeñitos -Guy Pearce, Ralph Fiennes-.