Dirección: Sebastián Cordero

Intérpretes: Martina García, Icíar Bollaín, Fernando Tielve, Gustavo Sánchez Parra, Yon González, Concha Velasco, Álex Brendemühl, Xabier Elorriaga

Guión: Sebastián Cordero

Duración: 95 min.

Público apropiado: Adultos

Género: Thriller, Drama

Por decine21

rabia_CRosa y José María son dos inmigrantes sudamericanos que trabajan en España, profundamente enamorados. Ambos son víctimas de la discriminación y el desprecio de los nativos, pero su forma de reaccionar es muy distinta. Ella aguanta, ‘traga carros y carretas’. Mientras que en él hace presa la rabia, que se manifiesta con violencia física. Ante una situación injusta en su trabajo como albañil, acaba matando accidentalmente al capataz. No tendrá mejor ocurrencia que esconderse en una de las habitaciones del enorme caserío donde trabaja Rosa como empleada del hogar. Ella ignora su paradero, no sospecha que cuando la llama por teléfono lo hace desde la propia casa.

Sólida película del ecuatoriano Sebastián Cordero, que aborda de modo original las tribulaciones de los inmigrantes. Adapta una novela de Sergio Bizzio, con el respaldo en la producción de Guillermo del Toro. El cineasta demuestra que sabe manejar la cámara, con originales encuadres y movimientos sorprendentes. El problema al que se enfrenta es que una vez planteada la situación -José María encerrado, tan cerca de su novia, y la vez tan lejos-, cuesta introducir elementos novedosos que mantengan el interés. La familia Torres, para la que trabaja Rosa, tiene esa función, con el hijo cafre, los padres representantes de una burguesía bien pensante y aburrida, y la hija divorciada que llega de Londres con sus niñas. Y está por supuesto la cuestión del embarazo, que invita a pensar cómo la trivialización sobre el aborto en la opinión pública no impide que el rechazo a tal opción sea la postura que más paz trae consigo.

Hay que destacar el trabajo actoral de la pareja protagonista, Martina García y Gustavo Sánchez Parra, aunque al segundo no le ayuda, en su composición, un punto sádico, que se manifiesta en la escena de ‘la chuleta’. Los demás son eficaces secundarios a su servicio, en un ejemplo de inversión de importancia de roles, que sólo puede darse en la ficción: inferiores en la escala social, su protagonismo en el drama es claramente superior.