Tele 5 (16.00h)
95 min. | Drama
Público apropiado: Jóvenes
Año: 2004
País: Alemania, Francia, Suiza
Dirección: Christophe Barratier
Intérpretes: Gérard Jugnot, François Berléand, Kad Merad, Jean-Paul Bonnaire, Marie Bunel, Jean-Baptiste Maunier
Año 1949. Clément Matthieu, un profesor de música con dificultades para encontrar trabajo, es contratado en un internado de chicos difíciles, donde mano dura y disciplina son las únicas consignas educativas del director Rachin. El recién llegado, un alma sensible imbuido de buena pedagogía, pondrá todo su empeño en ganarse la confianza de los chavales. No permitirá, desde luego, que le tomen el pelo. Pero procurará inculcarles lecciones de tono humano y lealtad, de no ponerles en evidencia innecesariamente, que poco a poco irán calando en ellos. También ayudará, y mucho, su empeño por formar un coro, lo que a los chicos les hará descubrir la belleza de la música, y por extensión, la del mundo que les aguarda más allá de los muros de su escuela.
Para dirigir su primer largometraje, el francés Christophe Barratier se ha inspirado en “La cage aux rossignols” –o sea, ‘la jaula de los ruiseñores’– de Jean Dréville, un título de 1945 que marcó su infancia. De hecho, la historia toma elementos autobiográficos, pues el director sufrió el divorcio de sus padres, y fue enviado a un internado. Entrega un film acerca de la capacidad del ser humano para sobreponerse a las circunstancias, siempre que se cuente con una mano amiga capaz de guiarte, en este caso la del entregado profesor Matthieu. El guión huye del maniqueísmo y retrata a un Rachin con matices, convencido inicialmente de que los chavales son incorregibles, pero que también siente la influencia positiva de Matthieu. Ninguno de los chavales es perfecto, el director sabe mostrar los puntos que les hacen sufrir (la visita que nunca se produce de los padres, las dudas sobre el maestro que podría pretender a la madre viuda de buen ver…), y describe el caso de uno concreto, hundido casi sin remedio en un cenagal de brutalidad y delincuencia. Papel estelar en el film juega sin duda la música de Bruno Coulais, sencillamente fascinante.
Firma: Pablo de Santiago