Magnífica película rusa que recrea la historia real del almirante Aleksander Kolchak, quien tras demostrar su valentía, liderazgo y habilidad bélica contra los alemanes en el Mar Báltico durante la Gran Guerra, llegaría a convertirse en líder del llamado Ejército Blanco, que luchó contra los bolcheviques tras la revolución de 1917 y el derrocamiento del Zar. El film, una trágica historia de amor y guerra que se desarrolla a lo largo de los duros años de la revolución comunista que dio origen a la Unión Soviética, trae clarísimas reminiscencias de Doctor Zhivago, un modelo sin duda superior a El almirante, pese a la gran calidad de la película dirigida con estilo por Andrey Kravchuk, cineasta ruso nacido en San Petersburgo en 1962.

Dirección: Andrey Kravchuk

Intérpretes: Konstantin Khabenskiy,Elizaveta Boyarskaya, Sergey Bezrukov,Vladislav Vetrov, Anna Kovalchuk, Egor Beroev, Richard Bohringer, Oleg Fomin

Guión: Vladimir Valutskiy, Zoya Kudrya

Música: Gleb Matveychuk

Fotografía: Tom Rolf

Distribuye en DVD: Paramount

Año de producción: 2008

País: Rusia

Duración: 124 min.

Público apropiado: Jóvenes

Género: Bélico, Drama, Histórico

Valoración: ****

Contenidos [de 0 a 4]: Acción 3, Amor 3, Lágrimas 2, Risas 0, Sexo 0, Violencia 1

Crítica

Desde el comienzo, el espectador comprueba que va a ser testigo de una historia de tintes épicos, con ese impresionante enfrentamiento naval entre rusos y alemanes. La escaramuza está filmada de modo realista, vibrante, y logra que sintamos el agua y el estruendo en el propio pellejo, un poco a la manera de Master and Commander. Al otro lado del mundo, sólo que aquí el pesado hierro sustituye a los cascos de madera. A la vez, ese comienzo supone una fabulosa presentación de los dos personajes masculinos más importantes de la película, los amigos Aleksander Kolchak y Sergei Timirov. Casados ambos, pronto Kolchak se enamorará de Anna, mujer de Timirov. Pero Kolchak es un hombre virtuoso y sus fuertes sentimientos no lo arrastrarán frívolamente, aunque será inevitable que los amigos se separen y la esposa de Kolchak sufra por su delicada situación matrimonial.

Alguien dijo una vez que las grandes historias son siempre historias de adulterios. Si ánimo de defender ciegamente esta postura extrema, ahí están para apoyarla novelas inmortales como «Ana Karenina», «Los hermanos Karamazov», «Madame Bovary» y un largo etcétera. También este film tiene esa temática, pero, como le ocurre a las grandes historias, nada de lo que se cuenta resulta superficial. Porque en esta película de época, que lo es, los personajes tienen un alto sentido del honor, de la palabra dada, una conciencia de que la virtud nos hace mejores personas. Y es este aspecto el que más conmueve del film: la historia rezuma grandeza y las palabras de San Pablo, citadas explícitamente en varias ocasiones -ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad, pero de éstas virtudes la más importante es la caridad- tienen sentido real en las vidas heroicas de muchos de los personajes. Estamos ante el retrato histórico de una época extinta, un mundo donde el honor era más importante que la vida, donde si uno mataba a una mujer en combate firmaba su propia sentencia de muerte, un mundo, en fin, en donde Dios estaba vivo en el corazón de la gente y donde los acontecimientos por trágicos que fuesen eran aceptados con fe en la voluntad divina, pese a que se negara al hombre su insondable significado.

Es cierto que no todo en el film es perfecto. Su duración se antoja quizá escasa para la epopeya que se quiere narrar, y a la vez parece haber una cierta arbitrariedad en los episodios elegidos, aunque quizá sólo sea que se abusa de la elipsis, tanto en la historia de amor, como en las campañas bélicas y en la importancia de algunos personajes secundarios. Esto, claro está, provoca cierto acartonamiento narrativo y no propicia demasiado la implicación emotiva del espectador, y ese sea quizá el mayor defecto de un film que en general es muy superior a la media. Por lo demás, las escenas bélicas y las localizaciones son impactantes y están bellamente fotografiadas. En cuanto a las interpretaciones, tampoco ayuda el carácter serio del protagonista, interpretado con convicción por Konstantin Khabenskiy (Guardianes de la noche). Y sí que destaca en cambio el más versátil trabajo Elizaveta Boyarskaya, que encarna dulcemente a la enamorada Anna.

 

Fuente: Decine21