Durante las vacaciones, el uso del móvil aumenta exponencialmente. Los juegos casuales se convierten en el entretenimiento recurrente para ocupar parte de las horas “muertas” de cada día. De hecho, muchas veces, nos excedemos. Pero ahora que volvemos a nuestros quehaceres diarios, es momento de abandonar o limitar nuestro tiempo «empantallados».

Ahora bien, limitar el uso de las pantallas no es sencillo. La verdad es que los videojuegos gustan, sea cual sea nuestra edad, y  enganchan especialmente a niños y adolescentes. No caigamos, sin embargo, en el falso tópico de pensar que son algo malo y peligroso para nuestros hijos. Los juegos no son perjudiciales, siempre y cuando no se conviertan en una obsesión. Al final, dependerá del buen o mal uso que les demos.

Abuso de los videojuegos

De hecho, la OMS ha reconocido esta adicción como un trastorno mental, pero no ha sido capaz de definirla concretamente puesto que depende de muchos indicadores. Para tratar de concretar un poco más, ha contextualizado varios conceptos que definen la conducta del jugador y que, creemos, que pueden dar la señal de alarma, si es necesario:

Inicio: actitud a la hora de jugar. ¿Buscamos cualquier rato de ocio para jugar una partida? ¿Nos genera ansiedad no poder empezar a jugar cuando toca? Sin duda, muchos padres limitan el horario de juego al fin de semana, pero ¿qué ocurre cuando surge algún imprevisto o hemos buscado planes alternativos durante “su horario de juego”? Discusiones, caras largas, etc. No pasa nada por cambiar la hora de nuestra partida.

Frecuencia: ¿con qué asiduidad jugamos? Sin duda, uno de los grandes problemas es querer jugar cada día o cada vez que tenemos un ratito libre. No pasa nada por ello, pero debemos buscar alternativas. El factor social aquí juega un componente esencial y la pandemia no ha ayudado mucho. Pero precisamente por eso, si los videojuegos se han convertido en una manera de reunirnos con nuestros amigos, también podemos pensar en buscar alternativas fuera de la pantalla.

Intensidad: ¿cómo afrontamos las partidas? ¿Somos de los que hablan solos, de los que gritan y se desesperan o de los que lanzan el mando si no nos salen las cosas? No nos equivoquemos, jugamos para pasarlo bien, no para enfadarnos y poner el grito en el cielo.

Duración: partidas eternas al Fortnite y competiciones sin fin al Brawl Stars y al Clash Royale. Tanto los Battle Royale como los juegos casuales han contribuido a generar la necesidad de comenzar una nueva partida cuando acabamos la anterior. De hecho, lo hacemos de manera casi instintiva. Tenemos que saber parar y para eso, lo mejor es tener estructurada la tarde.

Finalización: ¿cómo acabamos la partida? ¿Somos capaces de apagar la consola o el PC sin montar un drama? Casi más importante que el inicio es el final. Tenemos que saber parar y no entrar en cólera. No nos engañemos, cuanto peor sea nuestra reacción, peor para la próxima partida.

Contexto: no es lo mismo jugar solos que reunirnos con nuestros amigos en la partida de las 19h. Todo tiene su parte positiva y negativa. Las pantallas tienden a aislarnos tanto si jugamos solos como acompañados. Intentad realizar otras actividades con los amigos y la familia y, sobre todo, no limitéis vuestro ámbito social a jugar a través de una pantalla y un micrófono.

Todos estos indicadores nos pueden ser muy útiles como señal ante una posible adicción incipiente, pero ¿cómo podemos revertir esta situación? Principalmente con rutina y los hábitos. “Lo que quieras conseguir mañana comienza a trabajarlo hoy”. Así ocurre con todo: el orden, la autonomía personal, la responsabilidad con el estudio, etc. Es difícil que nuestros hijos lleguen a ser autónomos si no son capaces de organizar su tiempo y compatibilizarlo con los quehaceres diarios y su vida social. Para ello, debemos contribuir con un horario claro y pactado. Por otro lado, busquemos alternativas que eviten que los niños estén delante de la pantalla casi por inercia. Por último, reduzcamos las situaciones innecesarias de uso tecnológico. ¿Habéis probado a estudiar sin el móvil delante? ¿Es posible cenar con la televisión apagada? Al final, la decisión depende de nosotros.

Abuso de los videojuegos

 

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