Entrevista con Claudio Sánchez De La Nieta

Claudio Sánchez de la Nieta, especialista en series, crítico de cine y asesor de iCmedia

Por Manolo Rodríguez de iCmedia Galicia

Claudio Sánchez de la Nieta, licenciado en Periodismo Audiovisual por la Complutense de Madrid (1999-2004), ha defendido en la Universidad Internacional de Cataluña su tesis doctoral sobre “El ritmo audiovisual en la obra inicial de Rodrigo Sorogoyen (2013-2020)”. Este experto en series conoció al cineasta en el Festival de Cine de Málaga, al que acude desde hace ocho años, y su tesis ha recibido un sobresaliente. Sánchez de la Nieta es profesor de Comunicación de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), además de redactor-jefe de la revista “Fila Siete”, dedicada al mundo del cine.

Afincado en Vigo, escribe críticas de cine y televisión para iCmedia (Iniciativa por la calidad de los medios) que es la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de los Medios creada en España en 2010 y de la que forma parte la asociación iCmedia Galicia, con sede en la ciudad olívica. El próximo 7 de octubre, a las 20 horas, en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Vigo (c/García Barbón, 5) Claudio hablará sobre el papel de los espectadores “Ante el tsunami de las series”. El acto está organizado por iCmedia Galicia en colaboración con el Ayuntamiento de Vigo y la Fundación Albeiro.

Ante este tsunami de series, ¿qué puede hacer el espectador?

–Hace tiempo que se habla de que va a explotar la burbuja de series porque es entrar en las plataformas y te encuentras con miles de series, pero miles es que son miles: las que estrena Netflix cada semana, HBO, ha empezado Amazon, que está cada vez más potente, Apple, Filmin tiene muchísimo y series propias… Es un momento especialmente importante para que ante toda esta saturación uno no caiga en la desesperación.

Además de no desesperarse, ¿cómo elegir una serie?

–Hay muchos títulos y por eso también hay más necesidad de que el espectador estudie o analice un poco lo que va a ver, para ver algo de calidad. Hay gente que dice que es imposible saber lo que va a ver pero hay muchísima información, como no ha habido nunca: portales de internet de muchísima calidad, periódicos que te dicen lo que se va a estrenar y con una información al por mayor, a veces sin crítica… Por eso hay que ir buscando las reseñas que argumentan y no van a contarte simplemente el argumento, sino con un razonamiento más amplio.

¿Las series acaban marcando las vidas o las vidas provocan las series?

–Hay una anécdota del Chapo Guzmán. Dicen que estaba viendo series de traficantes y llamó a Sam Pen, le invitó a su casa y le dijo que las historias de narcotraficantes no estaban bien contadas y le ofreció contar su historia. Se hizo una foto con él y por eso pillaron al Chapo. Aquí en Galicia, Laureano Oubiña hizo “Yo fui un narco”. Es una docuserie de dos capítulos espectacular. Está metida ahí en Discovery Max donde nadie se acuerda de ella, y es interesantísima porque cuenta su versión de los hechos, como hizo Rociito.

Es verdad que las series muchas veces crean una opinión pública que necesita una revisión crítica. ¿Marca más la realidad a las series o las series a la realidad? Yo creo que se retroalimentan. Porque si tu habitualmente muestras a adolescentes en los que no hay ningún tipo de control ni de la violencia, ni del sexo, hay una absoluta aglomeración de conflictos vitales que acaban en suicidio.

Esos adolescentes acaban siendo referentes…

–El joven tiene muy pocos referentes. ¿Hay algún referente de un adolescente que no sea un narcisista, de un natural violento? Pues hay poquitos. El adolescente simpático, buen amigo, buen estudiante, que cuida a sus padres ¿qué interés tiene? ¿Qué conflicto voy a poner para que sea interesante? Claro que existen series positivas, lo que pasa es que hay que buscar un poco más. Y sino no te quejes si te lo que te dan es “Sex Education”, “Euforia”, “Élite”… ¡Y luego sale eso de: hay que ver los adolescentes cómo están! Están así porque ¿qué referentes han visto? Las series exageran la realidad, la distorsionan, se retroalimentan de ella, pero quienes las hacen tiene su responsabilidad. Te lo dicen los productores: yo no dejaría ver esta serie a ningún hijo mío adolescente pero la estoy produciendo porque sé que gano una pasta.

¿Importa más el dinero que la repercusión social?

“Sex education” es una serie de educación sexual para adolescentes en toda regla: un adolescente de 15 años que aconseja a sus compañeros cómo vivir la sexualidad desde el punto de vista de su madre, que es freudiana. Pues es una serie que ha llegado a 40 millones de hogares en todo el mundo, que tiene 200 millones de usuarios. Eso influye mucho y hay una responsabilidad… Ahora mismo se tiene en cuenta el beneficio económico pero no la repercusión social.

¿Quién es responsable de esa repercusión social?

–Hay una serie, “Por 13 razones”, en la que una chica se suicida. Esto lo he explicado en charlas en colegios y me han dicho que tenga cuidado con esa serie porque los chavales la estaban viendo y habían tenido problemas con alumnos con tendencias suicidas porque eso les estaba afectando. En la primera temporada, metieron una introducción que decía: si tienes algún tipo de problema mejor no veas esta serie sola o acude a esta página web. Era una introducción hecha sobre todo para que judicialmente, si había una demanda, se salvase la productora. Pero seguía jugando con el morbo del suicido y le metían hasta el tráfico de armas en Estados Unidos. Estás tocando un tema como el tráfico de armas que ya sabemos cómo acabó con la matanza de Columbine, hace 20 años, y qué sigue pasando. La gente además tiene una mentalidad USA. Entonces ese sentido de la responsabilidad creo que es muy  importante que no solo dependa de padres y de familias sino que parte de los poderes públicos vean que nos jugamos el futuro. Si no, preguntaremos de dónde sale esa gente…

¿Es necesaria una alfabetización digital, enseñar a ver?

–Lo que pasa es que esa manera de ver si solo se refiere a lo digital damos por hecho ya que cualquier chaval le dedica 5 o 6 horas a las pantallas cada día. Eso es muy complicado. Más que de arbitrar se trata de aprovechar para que el chaval tenga la misma capacidad de abstracción que tenía cuando conversaba con sus amigos. Porque ahora no hablan. Solo textos por whatsapp entrecortados, con faltas de ortografía. ¿Hay series y películas que cultivan? ¡Por supuesto! “The Crowe” o “Gambito de dama” o “Chernobil” son series que, aparte de ofrecer una revisión histórica en profundidad, aportan mucho. [Las dos primeras acaban de recibir nueve galardones en los premios Emmy].

Hay muchas cosas que se han hecho muy bien, pero esta formación me parece que tiene que estar en torno a lo que uno ve en las pantallas y creo que tiene que haber un cierto control de los padres. Hace poco leí un artículo de Jano García, sobre su libro “La gran manipulación”, y decía que es mentira lo de las redes sociales, que la gente se nutre mucho pero todavía no llega al nivel de la televisión, porque dicen que la gente dedica a las redes más del 50 % del tiempo y luego la televisión ya no la ve nadie. Es mentira. Yo he visto entero lo de Rociito y la audiencia era del 35 por ciento en algunos capítulos. Es una historia tremenda todo lo de la telebasura desde que empezó con Nieves Herrero y las niñas de Alcacer. ¡Lo de Rociito acabará en los juzgados porque sacaban diagnósticos clínicos de menores! Estamos en un momento que parece que vale todo.

¿Y hay manera de frenar ese vale todo?

–Me parece que lo de Rociito puede ser un antes y un después y requiere una reflexión sabia. A ver si deriva en alguna medida. Si no al final dices: lamentable y lo que quieras pero si no se corta para elevar el nivel… Para tomar esas medidas tiene que haber gente que apueste por unos valores. ¿Qué cultura queremos? Hay muchos directores con talento que han hecho cosas muy interesantes, que tampoco tienen que ser un muermo. Son directores con mucha gracia, divertidos pero hay que promocionarlos, que los poderes públicos lo tengan en cuenta. ¿Que esto es muy utópico? Me parece que no debería serlo tanto…

Este ‘boom’ de la series, ¿ha sacado a la luz a los guionistas? Parece que toman relevancia.

–Sobre todo porque en España hay mucho director guionista. Sorogoyen es uno de ellos. Es una persona con bastante personalidad. Es más raro un director que no hace sus guiones. Es complicado. La inmensa mayoría son creadores: guionistas, directores, a veces directores de fotografía… Tanto en cine como en series antes se hacía un producto más banalizado, como churros, ahora viendo cómo está rodada una serie es que no hay diferencia con el cine: en calidad, en el montaje, en la planificación visual… Están jugando con muchas posibilidades porque con la técnica se han abaratado mucho los costes y hay muchísimas posibilidades de diferentes plataformas para patrocinio, para producción… Hay que aprovechar todo eso para ayudar a mejorar contenidos y dar cancha a la gente con talento que es mucha.