El Gran Gatsby sigue los pasos de Nick Carraway, un hombre que aspira a ser escritor, cuando abandona la región central de los EE.UU. y llega a Nueva York en la primavera de 1922, una época de decadencia moral, jazz palpitante y de los reyes del contrabando de alcohol. Persiguiendo su propio Sueño Americano, Nick acaba siendo vecino de Jay Gatsby, un millonario misterioso que da fiestas continuamente.

Al otro lado de la bahía vive su prima, Daisy, y su marido mujeriego y aristócrata, Tom Buchanan. De esta manera Nick entra en el mundo cautivador de los súper ricos con sus ilusiones, sus amores y sus engaños. A medida que Nick es testigo de aquello, tanto dentro como fuera del mundo que habita, escribe una historia de amor imposible, sueños incorruptibles, y grandes tragedias, y alza un espejo a nuestra propia época y luchas actuales.

Director: Baz Luhrmann

Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki, Amitabh Bachman, Jason Clarke,

Guión: Baz Luhrmann, Craig Pearce

Duración: 143′

Género: Drama, Romántica

Estreno DVD: 11/09/2013

Público: +18

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor:

Acción:

Amor:

Violencia:

Sexo:

Crítica:

La novela de F. Scott Fitzgerald, ya un clásico de la literatura anglosajona, vio su primera adaptación en cine un año después de su publicación. En 1926, las cámaras rodaron la primera versión de la que tan sólo se conservan algunas escenas. Fue en 1974 cuando Jack Clayton, en la dirección, y Francis Ford Coppola, en el guión, inmortalizaron a Robert Redford como el peculiar soñador Jay Gatsby.

Dar la vuelta al estilo narrativo que propone este escritor de la Generación Perdida es un riesgo que podría haberse asumido con coherencia y rigor, como ha sucedido en otras adaptaciones que han logrado combinar fidelidad y originalidad (El resplandor o 2001 de Stanley Kubrick sirven de ejemplo).

Sin embargo, Baz Luhrmann y uno de sus guionistas habituales, Craig Pearce, siguen en la línea operística y kitsch de Romeo y Julieta o Moulin Rouge y, para ello, convocan en su plató 3D todos los recursos formales que encuentran (volumen, colores, sonidos y músicas, movimientos de cámara e incluso sobreimpresiones) para radiar un estilo que nace fuera y no dentro del corazón dramático del film.

De este modo, el director australiano convierte un relato sobrio y comedido, pero atinado en las palabras, en una versión explosiva donde todo se exagera, quizá para poder alegar que realmente esta versión es suya, que está justificada y que aporta una nueva visión de este reciente pero ya mítico relato nostálgico de ascenso y descenso por amor.

La pirotecnia, que se presenta también en clips incluso coreografiados al ritmo de música disco contemporánea, se engulle el alma de lo que es Gatsby; un interesante aunque pesimista retrato de la alta y brillante sociedad americana de los años 20; del dolor que provoca el paso del tiempo y lo que se lleva para no ser recuperado; así como la ambivalente fascinación y desprecio por una lujosa y bon vivant existencia.

Por eso, a pesar de que en la segunda parte el film calibra mejor los excesos, esto llega tarde, y sólo destacan las agudas, sencillas pero densas réplicas, sacadas directamente del libro de Fitzgerald. Por su parte, el reparto aguanta bien, no sólo el peso de los trajes, sino el escaparatismo del guión; sobre todo Carey Mulligan que compone una Daisy que gana incluso la batalla comparativa con la que ofreció Mia Farrow en 1974.

 

Fuente: www.taconline.net