El inglés que cogió la maleta y se fue al fin del mundo (2021)

Viaje de regreso

Con el objetivo es cumplir la promesa que le ha hecho a su mujer, recientemente fallecida, el anciano Tom agarra su pequeña maleta y sale de su casa de John O’Groats, el pueblo más septentrional de Escocia, con destino a Land’s End, en la otra punta de la gran isla británica, en la inglesa Cornwell. Para realizar el viaje irá enlazando autobuses a lo largo de más de 1.400 kilómetros e inevitablemente irá interactuando con diversas gentes.

Drama británico narrado en forma de road movie por el escocés Gillies MacKinnon (Pure) a partir de un guión de Joe Ainsworth. La historia que ofrecen ambos es bella pero desprende un sabor agridulce, pues aunque pueda enternecer la resolución del protagonista de atravesar Gran Bretaña de punta a punta (hasta llegar a Lan’s End, ese fin del mundo del título español), sus tambaleantes pasos rezuman también algo de patetismo, una especie de ternura que es a la vez triste, quizá desesperanzada, pues viendo su estado de salud es fácil colegir el inminente ocaso.

El inglés que cogió la maleta y se fue al fin del mundo, exhala, por lo demás, mucha humanidad y muestra implícitamente una vida de amor callado, sufriente, traumático, pero también auténtico y hondo. El desarrollo, reiterativo por su propio planteamiento, muestra algunas situaciones muy creíbles –la canción que llega a ser viral, el incidente racista en el autobús–, mientras que otras son quizá algo más sorpresivas, como la acogida de la familia o la invitación a la fiesta. De cualquier forma, hay en este sentido un elogiable equilibrio al descubrir la generosidad de las diferentes personas con que se irá cruzando el protagonista, aunque siempre la bondad hacia el anciano se hace mayor hueco que la indiferencia.

Destaca la esforzadísima interpretación de Timothy Spall, cuya transformación física le hace también parecer mayor de lo que es. Quizá en alguna ocasión resulte algo sobreactuado –esos gestos, ese caminar– pero lo cierto es que transmite a la perfección el aspecto huraño y poco sociable del protagonista, sin que por eso pierda un ápice de su buen corazón.