Ad Astra (2019)

Proyecto Lima

Proyecto Lima

Un futuro no muy lejano. Roy McBride ha seguido los pasos de su legendario padre, Clifford McBride, con su dedicación profesional como astronauta. El progenitor dedicó su vida a la búsqueda de vida extraterrestre más allá del sistema solar, pero supuestamente perdió la vida en la misión conocida como Proyecto Lima. Ahora una extrañas tormentas eléctricas están sacudiendo a la Tierra, y todo apunta a que este preocupante fenómeno tiene su origen en Saturno, el lugar donde se perdió el contacto con Clifford años atrás. De modo que encomiendan a Roy viajar a Marte, para enviar desde ahí un mensaje a su padre, en lo que es una misión ultrasecreta.

Con apenas media docena de títulos, James Gray ha demostrado ser uno de esos cineastas a los que merece la pena seguir la pista. Tiene un sentido innato de la narración, y no teme tomarse su tiempo, o emplear elocuentes silencios, para contar sus historias. Aunque se inició con cintas policiales (Cuestión de sangreLa otra cara del crimenLa noche es nuestra), pronto quedó claro que le interesaba indagar en los dilemas morales y vicisitudes de las personas, lo que se vio en la cinta romántica Two Lovers, pero también en su mirada a la inmigración al nuevo mundo en El sueño de Ellis, y en la cinta aventurera de exploración de ignotas tierras en Z, la ciudad perdida. Es también el caso de Ad Astra, donde con un guión coescrito con Ethan Gross –apenas conocido por su contribución a la serie Fringe– se mueve como pez en el agua –o nave en el espacio- con una aventura galáctica de ciencia ficción, que presenta elementos que recuerdan al cine de Terrence Malick. No parece casual en tal sentido que el protagonismo recaiga en un excelente Brad Pitt, que también ejerce de productor a través de su compañía Plan B, y que hizo con Malick El árbol de la vida.

La película combina sabiamente el drama colectivo –la Tierra corre peligro, el ser humano está en decadencia– con el personal –Roy es un gran profesional, pero está solo, no ha sabido formar una familia, y corre el peligro se seguir los pasos de su padre en su individualismo revestido de preocupación por el bien común–, lo que lleva a la reflexión acerca de la deshumanización de la sociedad –los astronautas que se limitan a cumplir órdenes, sin interrogarse acerca de las razones de sus actos–, y la creciente tendencia al aislamiento, algo paradójico en un mundo tan mediático, donde supuestamente son tan fáciles las comunicaciones, y que contrasta con la búsqueda casi obsesiva de vida extraterrestre.

La mirada antropológica abierta a la trascendencia es rica, y gran mérito de Gray estriba en no transitar nunca por caminos tediosos: la voz en off de Roy se introduce con oportunidad y no cansa, y algunos episodios de acción –la parada en la Luna, la atención a una llamada de rescate de una nave…– se convierte en inteligente y no forzado respiro para el espectador impaciente. Pitt sabe sostener la narración, presente en casi todos los planos del film, pero se encuentra bien respaldado por el resto de los actores, claramente en roles secundarios, pero que cumplen a la perfección: Tommy Lee JonesLiv TylerRuth Negga y Donald Sutherland, los más conocidos, especialmente.

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