Spy Game (2001)

La nueva cara de la CIA

Los tiempos cambian. Adiós a la guerra fría y todo eso. Nathan (Robert Redford) lo sabe, con lo cual no le importa demasiado que haya llegado, al fin, la hora de la jubilación. En plena faena de desmontar sus despacho, los jefes le llaman a capítulo: Tom, uno de los cachorros criados en sus pechos, ha sido hecho prisionero en China. Por una cuestión política (las siempre delicadas relaciones entre Estados Unidos y los de los ojos rasgados), la cosa no puede hacerse pública. Motivo por el cual Tom podría ser ejecutado a partir de las próximas 24 horas. Aterrado ante la posibilidad de que su antiguo pupilo sea sacrificado por “razones de interés nacional”, Nathan deberá recurrir a los métodos del espionaje de antaño para lograr su liberación.

Los viejos espías nunca mueren

Su nombre es Robert Baer. Fue espía de la CIA durante 21 años. En ese tiempo realizó misiones secretas para su país en Líbano, Sudán y, por supuesto, Irak y Afganistán. El pasado 28 de abril El País Semanal dedicaba un reportaje a este “Indiana Jones” de la CIA.

Tras el 11 de septiembre y la guerra fría, Baer tiene claro que EE.UU ha perdido el tren del espionaje. Sobre la visión del cine de su oficio asegura: “Los europeos han visto demasiadas películas americanas y tienen una impresión falsa sobre la agencia: que es muy competente, omnisciente; que lleva a cabo planes ingeniosos por todas partes; que corre por París matando a terroristas con pistolas con silenciador. Tonterías.”

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