No puedo vivir sin ti (2024)
Cargando la batería
En el mundo de la adicción generalizada a los teléfonos móviles, Carlos es el rey, se acuesta mirando la pantalla, se levanta mirando la pantalla. Su mujer Adela, que trabaja en un hospital, ha demostrado una paciencia infinita, pero cuando los dos hijos mayores se van a hacer estudios a Italia, la crisis de la pareja se agudiza hasta el borde la ruptura, la obsesión por conseguir el último modelo de un móvil recién aparecido en el mercado le hace perder completamente los papeles. Consciente de la situación, y aunque corre riesgo el ascenso en su empresa, decide acudir a una terapia de adicción a los móviles, pero aquello es más duro de lo que parece.
Simpática comedia de Santiago Requejo, director de Abuelos, sobre la ancianidad, y del corto Votamos, sobre los problemas de una comunidad de vecinos, su mejor trabajo. Aquí toda la trama, coescrita con José Gabriel Lorenzo, pivota alrededor de un problema de rabiosa actualidad, la enorme y creciente dependencia que todos tenemos de los teléfonos móviles, que nos llevan a descuidar las relaciones humanas, ignorando al cónyuge, a los hijos, a los amigos, o perdiendo el sentido de por qué deseamos descollar en nuestro trabajo o mejorar nuestra posición en la empresa.
Requejo arma su film, quizá demasiado sencillo y reiterativo, alrededor del personaje de Carlos, interpretado por el cómico Adrián Suar, conocido por su trabajo en títulos como Me casé con un boludo o El fútbol o yo, donde precisamente aparecía otra suerte de adicción, la del seguidor recalcitrante ya no sólo de un equipo, sino de cualquier partido de tercera regional donde un balón ruede sobre el terreno de juego. Se trata de un actor de aire simpático, pero de registros limitados, con el que Paz Vega, la esposa, no acaba de desarrollar suficiente química, quizá porque a ella le faltan momentos graciosos, pues le toca interpretar sobre todo momentos de indignación cuando Carlos no puede dejar de atender a su móvil.
Las otras patas del film, aparte del hogar de Carlos, vienen dadas por el trabajo, donde Ramón Barea asume con su acostumbrada profesionalidad un rol secundario como el jefe, y las sesiones de terapia colectiva, donde hay momentos logrados, se nota la experiencia de Requejo con su corto Votamos de manejar a varios actores en una reunión. También resuelve bien la loca escena en que el protagonista se ve inmerso en medio de una maratón.
En el reparto, los más observadores reconocerán el cameo como paciente de Adela de Leopoldo Abadía, que se hizo famoso en televisión en 2008 por su didáctica explicación de la crisis de las subprime mediante el concepto de la crisis ninja.
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