Al verano de Moscú, con sus terrazas llenas de jóvenes intrépidos, avenidas atascadas hasta la madrugada y una energía económica y personal desbordantes, parece que solo le falta la playa para ser un destino inigualable. La guinda a este frenético panorama la pone su festival de cine presidido por el maestro Nikita Mikhalkov, que en esta 33 edición ha batido sus récords, con mas de 300 películas y personajes como Andy Macdowell, Helen Mirren, Malcovich, Geraldine Chaplin, Amos Gitai, Bela Tarr y una lista interminable. Sobre la alfombra verde del Festival, vemos las cámaras en directo de la RT, con su comentarista hablando español. Rusia se ha embarcado en una cadena internacional con sus versiones en inglés y en castellano para que su transformación se vea en el mundo entero. De aquella Rusia cerrada que solo sacaba la cabeza para trasmitir comunicados oficiales a través de la agencia Tass, hemos pasado a la de una actividad mediática en idiomas que traspasen sus fronteras. Su epicentro, Moscú, es un hervidero económico. Una fuerza desbocada que también tiene su vía de renovación en lo audiovisual a través de los nuevos creadores. Jóvenes directores de cine como Zvyagintsev, Loban , Tchernakova, Khomeriki, Popogrebsky o la excéntrica punky Valeriya Guy Germanika dejan a las claras, con sus historias rabiosamente actuales, que la Rusia de hoy ha cambiado y se ha colocado a la cabeza de la renovación de temas y fórmulas de realización en cine y televisión. El docu-realidad de Germanika sobre la vida de los adolescentes en los colegios ha sido un revulsivo para toda la sociedad. Solo faltaban ‘las olas’ en este verano ruso de renovación y las ha traído hasta Moscú el director español Alberto Morais. Con una película estricta, protagonizada por Carlos Álvarez-Novoa, se ha llevado los premios a la mejor película, actor y el de la crítica internacional. Este matrimonio cinematográfico ruso-español vendrá bien a las dos partes.

Fuente: Javier Martín-Domínguez (El Diario Vasco, 5-7-2011)