Un espectador no avisado que se ponga a ver ‘El barco’ puede sufrir un ataque de desconcierto. Un virgen de la producción de Globomedia se sorprenderá con escenas serias conviviendo con idas de olla insuperables. En la línea de ‘Felipe y Letizia’ pero con más audacia en los guiones, que es el fin del mundo. Y, como dicen en la serie (en guiño chistoso al tópico granhermaniano), en el fin del mundo todo se magnifica. Lo más magnificado, la impunidad a la hora de perpetrar los guiones. Es la teoría de los elefantes balanceándose en la tela de una araña. Como ven que no se caen, por mucho peso que metan, llaman a otro elefante. Y siguen sin estamparse (19,8 % de ‘share’ y 2.905.000 espectadores). En ese sentido, la mayor referencia es ‘El internado’, aunque esta, pese a sus disparates, perdió el espíritu chiflado de la primera temporada. Me da la impresión de que haber sido guionista de ‘El internado’ o serlo de ‘El barco’ mola. ‘From lost to the river’. Total, para escribir ‘Hispania’.. Así, el primer capítulo de la segunda temporada es un modelo de despiporre. Junto a las tensiones amatorias hormonales, hay astronautas que hablan español y contactan con el barco, una lluvia de jureles, la recreación con tambor y remos de las galeras de ‘Ben Hur’ en un momento (que ni McGyver y el de Bricomanía en ‘joint venture’), una operación de apendicitis siguiendo las instrucciones en un libro, una transfusión sanguínea de la propia cirujana al paciente sobre la marcha («yo soy donante universal»). Todo eso y, además, Mario Casas. Ni que decir que la narración tiene un ritmo endiablado. Imposible aburrirse. Imposible tomárselo en serio. También es imposible no indignarse si pensabas que ibas a ver ‘Berlin Alexanderplatz’. Pero sin prejuicios y asumiendo que no se es el target de la serie, tiene gracia. Mucho mejor que el careo de ‘Enemigos íntimos’ entre Julián Muñoz y Mayte Zaldívar. ¿A quién le importa? Bueno, a 1.601.000 espectadores. Enfrentamiento tan falso como los de los actores en ‘De buena ley’. Por lo menos ‘El barco’ es ciencia ficción de verdad.

Fuente: Rosa Belmonte (El Diario Vasco, 10-9-2011)