La venta de productos de belleza y maquillaje se dispara entre las más jóvenes

Nunca se habían vendido tantos productos cosméticos como en la actualidad. Bases de maquillaje, correctores, perfiladores, barras de labios, sombras… pero también contornos de ojos, hidratantes, solares, cremas con todo tipo de principios activos: para atenuar las manchas, disimular las rojeces, reducir las arrugas de expresión o aportar un chute extra de luminosidad al rostro. El tema es que este tipo de artículos no solo llenan los cuartos de baño de los adultos, sino que se están haciendo un hueco «demasiado grande» en el neceser de las adolescentes, cada vez más obsesionadas con el ‘skincare’, que es como se conoce en redes sociales a las rutinas de belleza. Tal es el furor entre las más jóvenes por este tipo de productos que los expertos alertan de un preocupante incremento de los casos de cosmeticorexia en adolescentes; una especie de trastorno que se puede definir como la compra compulsiva de cosméticos o la adicción a determinados principios activos para frenar el paso del tiempo.

«El problema no es que nos preocupemos desde niños por cuidar el rostro. Está bien que seamos conscientes desde pequeños de la importancia de mantener la piel limpia y protegida del sol, por ejemplo. Lo que ocurre ahora es que los adolescentes se dejan llevar por lo que ven en redes sociales y compran productos que no solo no son adecuados para su tipo de piel, sino que además pueden causarles reacciones alérgicas o desatar y empeorar los brotes de acné, sobre todo cuando los cosméticos son de mala calidad», advierte la dermatóloga Paloma Borregón, directora médica de la clínica Kalosia (Madrid).

¿Antiarrugas para 12 años?

Los expertos insisten en que una piel adolescente necesita únicamente dos cosas: hidratación y protección solar. «Y si tienen granitos entonces se pueden introducir ingredientes para ayudar a regular la producción de sebo como el ácido salicílico o algún alfahidroxiácido, pero nada más. Ni contornos de ojos, ni productos con retinol, ni nada parecido», aclara la doctora Borregón. La dermatóloga lamenta que muchos adolescentes se estén «haciendo esclavos de la belleza antes incluso de tener problemas contra los que luchar. Veo niñas en consulta que se ponen cremas antiarrugas con 12 años. ¡Pero qué arrugas quieren combatir a esa edad!».

Las trabajadoras de las tiendas de cosmética confirman esta obsesión de las nuevas generaciones por los productos de belleza, «que la mayoría de veces ni necesitan. Hace unos días atendí a una niña de unos 14 años que quería una crema que se había hecho muy viral en TikTok. Cuando le dije que ese producto no era para su tipo de piel se echó a llorar. Vemos cada día a grupos de adolescentes gastarse un montón de dinero en maquillajes y cremas solo porque las ven en redes sociales», señala la dependienta de una de las cadenas de cosmética más codiciadas por las ‘teenagers’.

La importancia de la fecha de caducidad

Cuenta la dermatóloga Ana Molina que cada vez que ve en las redes sociales los tocadores de las ‘influencers’ repletos de envases de cremas a medio usar, decenas de bases de maquillaje abiertas, bronceadores de todo tipo, paletas de sombras de mil colores y otras tantas barras de labios solo puede pensar «en el festival de la microbiota que se está organizando en esos cajones, porque ahí hay bacterias para alimentar a toda la Humanidad. Por no hablar de la porquería que se acumula en las esponjas, brochas y pinceles que se usan para aplicar todos esos productos», advierte la autora del libro ‘Piel sana, piel bonita’ (Ed. Paidós).

Y esto no solo ocurre por la compra compulsiva de cosméticos, sino también porque rara vez se respeta su fecha de caducidad. Es más, los últimos estudios alertan de que nueve de cada diez españolas usan a diario productos de maquillaje y cremas caducadas. «Una base que ya se ha pasado de fecha no va a lucir igual, puede formar grumos, tener una textura diferente e incluso oler a rancio. Con la comida, por ejemplo, tenemos bastante claro que debemos respetar la caducidad para evitar intoxicaciones. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los productos cosméticos, que podemos utilizar durante años sin tener en cuenta esta información», advierte la dermatóloga. Un corrector, una sombra de ojos o un serum caducados pueden causar desde infecciones (conjuntivitis, orzuelos…) hasta herpes o brotes de dermatitis y acné.

Apunta el día que lo abres

Por eso, cuando compramos un cosmético tenemos que fijarnos en dos fechas diferentes: la de caducidad del producto y la de caducidad una vez abierto, representada por el dibujo de un bote con la tapa levantada. Si dentro aparece un 6, significa que ese cosmético caduca a los seis meses desde que se abre; si es un 9, a los nueve meses, y si es un 24, a los dos años. La doctora Ana Molina aconseja apuntar el día que lo abrimos y explica unas pautas generales sobre la duración aproximada de los cosméticos en buenas condiciones:

Los que más duran son los polvos: bronceadores, matificantes y coloretes pueden aguantar hasta dos años en buen estado si mantenemos unas normas de higiene adecuadas.

Los cosméticos de base líquida suelen durar menos: al contener agua en su fórmula, tienen más probabilidad de contaminación. Las bases de maquillaje y las barras de labios, por ejemplo, suelen duran doce meses como máximo, aunque las hay de mayor duración.

Mucho cuidado con los productos que se aplican en los ojos: los dermatólogos y oftalmólogos aconsejan tener especial precaución con este tipo de cosméticos porque pueden causar infecciones importantes.