La serie está protagonizada por Mark Feuerstein como Hank Lawson, un médico neoyorkino que se convertirá en el médico personal más solicitado por los opulentos habitantes de Los Hamptons, exclusiva zona residencial que concentra las mayores fortunas de Estados Unidos.

Una decisión equivocada pone fin a la prometedora carrera de Hank Lawson, uno de los facultativos más brillantes de la comunidad médica neoyorquina: salvar a un adolescente en lugar de atender las necesidades menos urgentes del mecenas del hospital. Cuando éste muere, le despiden de su trabajo y su vida personal comienza a tambalearse. Evan (Paulo Constanzo), su hermano menor, le convence para que le acompañe a pasar un fin de semana en Los Hamptons donde, gracias a una casualidad, le llueven las ofertas de trabajo.

Emisión: Martes | 22:15| FDF

Género: Drama Medico, Comedia

Público: +16

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6)

Humor: 3

Acción: 1

Violencia: 1

Sexo: 1

Crítica

‘Guilty, we are guilty’, como decía la canción. Culpables de ver ‘Royal Pains’ y así haberles dado motivos a sus responsables para renovarla por, como mínimo, otra temporada más. Sé que os ha costado reconocer que seguíais ‘Gossip Girl’. A mí también. Se supone que con ‘Royal Pains’ este proceso de aceptación debería ser más sencillo, menos doloroso, pero el caso es que, al menos a mí, me cuesta casi más. Quizá es porque ‘Gossip Girl’ es más defendible que ‘Royal Pains’. O quizá es porque cuando uno llena su cupo de cosas/personas que le da vergüenza reconocer que ve, hace, come o se tira, c’est fini.

‘Royal Pains’ no es lo peor que hemos visto, ni mucho menos. Es una mezcla de ‘Doctor en Alaska’, ‘Dirty Sexy Money’, ‘Doc Martin’, ‘The starter wife’ y el especial ‘casas de famosos’ del Hola. Da reparo haber metido a ‘Doctor en Alaska’ (qué bonito era el título original, ‘Norhern Exposure’) en esta ecuación, pero es que ‘Royal Pains’ trata sobre un médico que, tras ser despedido del hospital neoyorquino en el que trabajaba, termina ejerciendo (pese a su reticencia inicial) de médico-para-todo en los Hamptons, yendo de mansión en mansión curando ricachones y poniendo el contrapunto de normalidad (es un decir) en un mundo de deportivos vintage, jet privados y pómulos perfectamente cirujados.

La mayoría de los espectadores somos ricos de espíritu, pero pobres en casoplones neovictorianos y embarcaderos privados, así que veremos ‘Royal Pains’ con la misma mezcla de admiración y repulsión (y envidia) con la que nos enfrentamos al ‘Carolina Herrera nos abre las puertas de su ático de Park Avenue’ o a cualquier reportaje sobre la vida y milagros de Flavio, Julio o Gisele, gente que no necesita apellido pero sí entrenador personal, cocinero residente, masajista shiatsu, maestro de ikebana, catador, depilador, paseador de perros, peluquero de gatos y dominatrix a domicilio. Este tipo de personajes (uno de ellos interpretado, de manera casi paródica, por el intermitente Campbell Scott) son los que circulan por ‘Royal Pains’, entre calculadas dosis de veladísima crítica social, romanticismo pastelero y humor (sorprendentemente efectivo, por cierto). Un mundo tan ajeno a nuestra realidad como reconocible, pues lo hemos visto ya mil veces, y en mil versiones. Una más en esta serie que, como las secciones de ‘así viven las celebrities más forradas’ de las revistas, tiene más seguidores de los que parece.

 

Fuente: www.dentrotele.com ; www.elmundo.es