Esta serie se ha colado entre las más vistas de Netflix de manera inesperada. Es una historia real que podría servir de arma arrojadiza políticamente correcta, y se convierte en una narración ejemplar, conmovedora y sutil. Tiene una de esas actrices que sabe construir un personaje en cada pequeño detalle, sin necesidad de subrayar para provocar la compasión inmediata del espectador.
La asistenta hace pensar sin obligar a leer en una dirección predeterminada gracias a un guion extraordinario de Molly Smith Metzler, que se aleja del tono zafio que desarrolló en la popular Shameless. Cada personaje tiene brillo y oscuridad, con una humanidad que se desvela poco a poco y que siempre resulta creíble y atractiva.
La protagonista Margaret Qualley ha pasado de ser un secundario notable en series como The Leftovers a convertirse en una omnipresente protagonista que probablemente aspire a todos los grandes premios de interpretación. Curiosamente, en la vida real, esta actriz es hija de Andie MacDowell, al igual que en la serie. Ambas logran una complicidad que resulta muy actual, al reflejar a los hijos que hacen de padres, y los padres que se comportan como si fuesen eternos adolescentes.
Estados Unidos es un personaje más en la serie, con todas las lagunas de un sistema económico que ofrece innumerables posibilidades, pero que también tiene desajustes y abandonos imperdonables. También en esta reflexión, esta ficción es medida e inteligente, sin hacer una lectura generalizadora y simplista de los conflictos que plantea.
Firma: Claudio Sánchez