El escritor británico Neil Gaiman siempre ha ofrecido historias imaginativas en las que se mezclaba el terror, el humor y la magia. Las adaptaciones de su obra al cine y la televisión han contado con grandes presupuestos y un talento artístico más bien ciclotímico. Las películas Stardust o Los mundos de Coraline, o las series Good Omens o American Gods, han combinado grandes momentos con tramos que producen tedio y frialdad.
Muchos se han apresurado a alabar Sandman como una de las mejores adaptaciones de los últimos años. Ciertamente tiene unos primeros capítulos prometedores que parece que pueden derivar en una gran serie. El diseño de producción es espléndido, y la simbología de los personajes está sugerida con cierto estilo, pero el desarrollo termina por defraudar, especialmente a partir del quinto y desmadrado episodio. Todas las piezas que parecía que iban a terminar por encajar, adquieren un desorden caprichoso que pretende dirigir la historia hacia un público más adulto. Pero esa orientación no es más una excusa para disfrazar un trama con muy poca coherencia y entidad dramática.
En esta adaptación han intervenido hasta doce guionistas con díez directores diferentes. algunos tan temibles como David S. Goyer (Los demonios de Da Vinci, Krypton, Constantine). Probablemente, las sensaciones encontradas que provoca este mundo alternativo tiene que ver con la disparidad de sus creadores que no acaban por definir unas líneas clara de desarrollo.
Firma: Claudio Sánchez