Natalia Díaz, activista y divulgadora, acaba de publicar el libro ‘Protege a tus hijos de la sobreexposición en la red’
Natalia Díaz (alias @medianoche.tube en instagram) es activista anti sharenting en las redes por convicción social. «Un buen día, hace seis años, empecé visualizando un vídeo de una receta en Youtube y acabé en otro de una familia que grababa a sus hijos en cualquier situación: en el hospital, durmiendo, comiendo, jugando… Cualquier circunstancia era objetivo de ser grabada y expuesta públicamente».
Díaz recuerda que lo primero que pensó fue: «¿Esto es legal?«. Me parecía una vulneración del derecho a la intimidad de los menores tremenda. No entraba en mi cabeza, mi sorpresa fue tal que me puse a investigar y no había apenas información. Este tipo de exhibición de los hijos era como algo tabú. Se trataba de una actividad que estaba premiada y hasta bien vista. Contaba con muchas visualizaciones y sus seguidoras les agradecían que compartiesen esos momentos íntimos con ellos. Me pareció una locura que nadie hiciese nada al respecto. No quise cerrar los ojos».
Cualquiera que se de una vuelta por las redes puede ver fotos de niños pequeños. Menores que desde que han nacido tienen una cámara encima. ¿Qué puede suponer esto?
En primer lugar, es una vulneración de su privacidad. En segundo lugar, le están introduciendo en el mundo de las redes sociales que es muy peligroso y en tercero, hay un tema muy importante: estamos hablando de trabajo infantil no regulado. Hay menores trabajando en redes sociales, bajo ningún tipo de regulación, como si tiene el trabajo de los niños en cine, TV o teatro.
¿Qué pasa con el contenido de esas cuentas cuando esos hijos alcanzan la adolescencia, y empiezan a decirte: ‘mamá, no me hagas fotos’?
Algunas de estas isntamamis o instapapis ya han empezado a hacer esos cambios. Han estado sobreexponiendo a sus hijos durante seis, siete años y, de pronto, en esta nueva etapa vital la cosa ya no da para más. Bien porque esos niños han tenido problemas en la escuela, o porque ya han tenido algún susto con alguna fotografía que ha sido manipulada con inteligencia artificial… Son familias que se han visto obligadas a cambiar su contenido y lo han hecho de forma paulatina, que no se note. Primero metiendo post sobre nutrición, deporte… Han exprimido a esos niños durante su infancia y llega un momento en el que ya no sirven, son juguetes rotos. Es una vergüenza.
Son niños con una gran huella digital a sus espaldas.
Estos padres, apunta en su obra, no son conscientes de que cuando cuelgas una imagen en internet, deja de ser tuya.
Cuando no había internet nosotros tampoco íbamos por la calle regalando fotos de nuestros hijos a desconocidos. ¿Por qué lo hacemos ahora en redes sociales? Por dinero, reconocimiento social, enganche de esos padres a publicar.. Porque esta costumbre de compartir información privada de sus hijos no solo pertenece a los influencers, también hay mucha gente anónima que lo hace.
Cuando el motivo no es económico, ¿cuál cree que es?
Creo que responde al enganche a que la gente comente lo bien que lo haces con tus hijos… Ese exhibicionismo y esa pérdida de privacidad se manifiesta desde la aparición de las redes sociales.
La primera pregunta que se hizo usted cuando vio lo que pasaba fue: ¿Qué mecanismos de control se están aplicando?
En este momento no es que se esté aplicando, pero hay una intención de empezar a hacer algo o, como mínimo, se está empezando a valorar el ‘sharenting’ como un problema. Desde que se creó el nuevo Ministerio de Infancia y Juventud se está trabajando en una Ley Orgánica de Protección al Menor en el entorno digital. Y si bien es verdad que en un inicio el tema del ‘sharenting’ no se planteaba dentro de esa Ley, ahora sí.
De hecho, antes del verano se pusieron en contacto conmigo porque querían incluir la protección del menor expuesto en redes también. Estamos trabajando en conjunto para ello. A mi juicio, esto era lógico que se tuviera que regular tarde o temprano. Podía tardar más, y de hecho todavía tardará. Una ley no se consigue de la noche a la mañana, ni menos que sea efectiva. Pero era lógico que si hay niños trabajando sin ningún tipo de contrato, ni de legislación al respecto, tarde o temprano se regule sobre esto. Me parece muy grave como para que no se haga nada. En Francia y en Italia se está empezando a regular.
Si las familias cobran de las marcas y sacan a sus hijos, ¿los menores están trabajando aunque no les etiqueten con las marcas con las que ‘colaboran’?
La legislación italiana, precisamente, plantea este tema. Y viene a decir que si compartes la foto del niño en tu cuenta, es negocio aunque no cites a tu hijo con las marcas, porque este está trabajando. En Italia se plantean las diferentes formas en las que un menor puede ganar dinero y no es solo haciendo publicidades. Solo el hecho de que un niño aparezca en las redes sociales de sus padres hace que las marcas se interesen más por esa cuenta, con lo cual muchos padres utilizan a sus hijos para tener más interacción, más visitas y más likes porque al final eso se traduce en dinero. Hay muchos padres que dicen: «saco a mis hijos pero no hacen campañas publicitarias»… Da igual, si le estás sacando fotos y publicando 24 horas al día 7 días a la semana para hacer crecer tu cuenta.
También es nuestra responsabilidad, en efecto. Si nadie consumiera contenido con niños y no generaría tanto interés y estos insta papás tendrían que buscarse otro oficio. Si se hace es porque la gente lo consume, hay un mercado y ellos lo satisfacen. Hay un ejemplo muy claro en una conocida: Cristina Pedroche. Es cierto que ha exhibido mucho su vida privada, pero tras el parto ha querido progener la imagen de su hija. Cuando ella comunicó el motivo por el que no quería exponer a su niña y mencionó ‘privacidad’ y ‘protección’ la gente se le echó encima: «¡queremos ver a la niña!», «¡Nos lo debes!». Venían a decir algo así como: «Has estado mostrando todo tu embarazo, nos hemos tragado los nueve meses y ahora nos dejas sin el caramelo, sin el regalo. ¿Dónde está la imagen que nos prometiste?». Es brutal… Lo que tiene la gente con los niños lo puedo entender, hasta cierto punto. A todos nos genera ternura ver a un bebé o a un niño en un parque y automáticamente nos sale una sonrisa pero, de ahí a ver necesidad de ver a los niños de otros … Nos lo tendríamos que hacer mirar.
Por otra parte, está la salud mental de quienes consumen este tipo de contenido.
Nos venden una maternidad idílica que también es super peligrosa a día de hoy. Si a duras penas pueden mantener a un hijo, como para encima mantener a siete sin ayuda de nadie y siendo además una excelente profesional. Es imposible. Te hacen sentir que algo estás haciendo mal porque ella puede y tú no. Porque no has tenido tanto éxito ni en tu entorno laboral, ni en tu vida personal, ni con tus hijos, que te vuelven loca, mientras esos niños son guapísimos, colaboran en casa, cogen el trapo y limpian que es una maravilla…
Es todo mentira, es un mundo ficticio creado para creado para el espectador. Si ellos mostrasen la verdad de su día a día, probablemente sería tan desastrosa como la tuya. Creo que muchas veces no son felices con todo ese dinero que están generando a costa de sus hijos. Ellos, en el fondo, saben que lo que están haciendo está mal y la prueba la tienes en que no saben defender lo que hacen, se cierran en banda a cualquier debate y evitan el tema. No saben qué decir e incluso niegan que sus hijos trabajen.
Pero, ¿cómo te vas a negar si llevan desde que nacieron en campañas publicitarias o en portadas de revistas? En su interior, esas personas no son del todo felices con lo que hacen. Pero es mucho dinero. A ver quien vuelve a aquel piso de protección oficial después de vivir en una mansión o a ver quien vuelve a tener un sueldo mileurista cuando ha salido en la lista de los cincuenta influencers más importantes de este país. ¿Cómo regresas a ese mundo?
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¿Qué opina de ciertas cuentas que dan visibilidad a niños con discapacidad o enfermedades?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que para visibilizar una causa una enfermedad, una discapacidad, no hace falta sobreexponer a los niños. Hay asociaciones que lo consiguen. Una de ellas es, por ejemplo, Afanoc, que ayuda y da alojamiento a familiares de niños y adolescentes con cáncer que, evidentemente, tienen redes sociales y hasta una página web donde se da a conocer la causa e incluso se recaudan fondos, pero de manera transparente y legal. Evidentemente, hay alguna fotografía donde parece algún niño pero, de ahí a hacer una sobre exposición de estos menores haciendo una quimio, llorando o sufriendo… Hay un mundo. No es necesario. Se puede dar visibilidad a una causa sin necesidad de explotar a los menores. Y a los que te dicen: «Es que mi hijos ayuda a mucha gente» les diría su hijo no ha venido con esa misión al mundo, que tiene el mismo derecho que cualquier otro menor a tener derecho a la privacidad