Ficha: 104 min. | Drama Público apropiado: Jóvenes Año: 2015 País: Francia Dirección: Thomas Bidegain Intérpretes: François Damiens, Finnegan Oldfield, John C. Reilly, Agathe Dronne, Ellora Torchia, Iliana Zabeth, Antoine Chappey, Jean-Louis Coulloc’h Alain acude a un festival de música country en el este de Francia, con su esposa y sus dos retoños. Poco después de bailar con la hija, Kelly, la mayor, ésta desaparece sin dejar rastro. Tras descubrir que la desaparecida ha seguido los pasos de un fundamentalista islámico que la ha seducido, y puesto que la policía no hace nada, él mismo emprenderá con el apoyo del hijo, Kid, un intenso rastreo que le llevará años, desplazándose por varios países… Enésimo guionista con inquietudes de pasarse a la realización, en este caso uno de los más sólidos del cine francés, pues de la pluma de Thomas Bidegain han salido nada menos que títulos como Un profeta, De óxido y hueso, Dheepan (Palma de Oro en Cannes) y hasta La familia Bélier. Un todoterreno. De hecho, cuenta con el protagonista de esta última, el belga François Damiens, que realiza un gran trabajo, al igual que el resto del reparto. La ópera prima de Bidegain actualiza los códigos del western clásico, pues recuerda sobre todo a Centauros del desierto. Aquí los vaqueros son los ciudadanos franceses, mientras que el choque cultural se produce con los musulmanes, aunque en concreto se pretende abordar el fenómeno yihadista. No faltan los continuos homenajes, pues una persecución en Amberes por los tejados recuerda mucho al cine del oeste, el hijo fuma la pipa de la paz con unos talibanes, etc.  En ese sentido, el original galo Les cowboys queda empobrecido con la insulsa españolización del título, Mi hija, mi hermana. Las diferencias entre el caso de los pioneros americanos y el mundo moderno son evidentes: ahora se utiliza sin piedad la táctica del terrorismo (el film recorre los años del 11-S, en 2001, y de los atentados de Madrid, 2004, y Londres, 2005), la chica protagonista no ha sido secuestrada exactamente… Pero la tensión étnica produce los mismos efectos, es decir, miedo del ciudadano ante el estallido de violencia, perplejidad por la incapacidad de entender lo que ocurre, el nacimiento de suspicacias racistas… Se trata de un film valiente, pues su tratamiento de la parte oscura de la multiculturalidad no pretende resultar agradable ni políticamente correcto. Tampoco se sabe aportar soluciones, como se puede imaginar. Por otro lado, aparece la misma obsesión que deriva de la incertidumbre por el destino de seres queridos, de la magistral obra de John Ford. Se nota cierto aire de realismo, se entiende la presencia como productores de los hermanos Dardenne. La elaborada banda sonora, que cambia para subrayar los diferentes tonos del film, tiene como autor a Raphaël, nombre artístico de Raphaël Haroche, que no tiene nada que ver con el intérprete de “El tamborilero”. Firma: Juan Luis Sánchez