Albert, Jeanne, Annie, Jean y Claude son amigos de toda la vida. Ahora han entrado de pleno en la tercera edad con sus achaques de salud física, mental y demás desgastes, miedos y cambios de perspectiva. Para intentar solventar algunos de esos problemas, deciden empezar una convivencia bajo el mismo techo, el de casa de Jean y Annie. Allí, un joven les cuidará en algunos detalles más logísticos, mientras aprovecha para reconducir su tesis doctoral en el campo de la etnografía.

 

 

 

 

Director: Stéphane Robelin

Intérpretes: Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Claude Rich, Pierre Richard, Daniel Brül, Guy Bedos

Guión: Stéphane Robelin

Duración: 96′

Género: Comedia, Drama

Estreno DVD: 10/10/2012

Público: +18

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 1

Amor: 1

Violencia: 0

Sexo: 3

Crítica:

El segundo largometraje de Stéphane Robelin marca claramente los contornos en los que se inscribe: arranca con unos apuntes de la actual crisis bancaria que apuntala la herencia ideológica de los protagonistas (presentada con una sana ironía), para luego dejarla casi arrinconada y centrarse en los vínculos afectivos al final del trayecto vital.

Este aspecto, tan poco frecuente sobre todo en el cine producido en occidente, está haciéndose su hueco en el panorama actual. Sin duda, en esto tendrá que ver el abundante material que ofrece un continente como el Europeo que envejece y prolonga su vida como en ningún otro sitio o momento de la historia.

Robelin decide acercarse a la cuestión con sentido del humor, también al presentar las obsesiones personales de cada uno. Hay un equilibrio entre la sonrisa y el drama muy bien hallado en varios pasajes. La conciencia del envejecimiento, las pérdidas de memoria y facultades, la soledad y enfermedad o la incomprensión de los hijos aparecen como hechos inevitables pero que se pueden afrontar.

El tono propio de cierta comedia francesa se luce en el toque desenfadado y transgresor con el que se desmontan algunos tópicos dulzones sobre la senectud. Sin embargo, el director francés se reitera, sin mucho que aportar y con una visión poco comprensiva y abierta, en las bromas sobre la vida sexual de sus protagonistas. También abandona el equilibrio y viveza en el guión cuando convierte a algunos de sus personajes en simples vehículos de una idea (el colectivismo de Jean), la obsesión (por seducir de Claude) o una función (Jeanne como celestina y aleccionadora). Eso sí, los veteranos actores hacen menos endeble, aunque no menos triste y poco trascendente, la visión de Robelin sobre la ancianidad.

 

 

 

Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)