ESPARZA

Si esperaba usted ver en la web de TVE el episodio de ‘Españoles en el mundo’ dedicado a Jerusalén, se va a quedar con las ganas: la cadena pública ha decidido retirarlo por indicación expresa -digamos más bien orden- de Elena Sánchez, la Defensora del Espectador. ¿Y quién es el espectador al que doña Elena defiende en este caso? Pues el espectador anti-israelí, que se ha movilizado para presionar sobre la Defensora y doblarle el brazo. Resulta que el episodio en cuestión de ‘Españoles en el mundo’ habló de la vida de los paisanos que residen en Jerusalén y lo hizo como este programa suele, es decir, dejando de lado los problemas políticos, limitándose a contar historias personales y, a través de ellas, invitándonos a conocer la ciudad. Pero semejante enfoque ha irritado a quienes ante todo ven Jerusalén como el epicentro de un conflicto entre judíos y palestinos, y en particular a los partidarios de la causa palestina. Es interesante leer sus quejas: que si TVE no ha reflejado el problema palestino, que si no ha entrevistado a españoles de Jerusalén Este, que es donde está la mayoría de los palestinos… O sea que lo que ha soliviantado a este personal no es lo que TVE ha dicho, sino lo que no ha dicho. En fin, allá cada cual con sus guerras: nadie negará a estos ciudadanos el derecho a protestar en la forma que consideren más oportuna. Ahora bien, una cosa es que un determinado sector ideológico proteste, y otra muy distinta que TVE haga caso a estas personas hasta el extremo de eliminar un programa de su web. Esto se llama censura, mírelo usted como lo mire. El suceso todavía llama más la atención si lo comparamos con el nulo caso que TVE ha hecho a quejas de otro género; por ejemplo, a las que en otras ocasiones han formulado las asociaciones pro-vida. O sea que a unos se los ningunea y a otros se los reverencia hasta el punto de suprimir un programa, con la consiguiente lesión para los profesionales castigados. Palmaria manifestación de que algunos españoles son más iguales que otros. Y de que TVE tiene claro a qué clientela debe mimar.

Fuente: JOSÉ JAVIER ESPARZA (El Diario Vasco, 17-1-2011)