Un pueblecito aislado del Líbano, donde coexisten musulmanes y cristianos. Cierto aislamiento y la bondad natural de la gente podrían hacer pensar que allí es posible la convivencia pacífica. Pero el clima de enfrentamiento violento del país no deja de afectarles, y se producen las provocaciones desde uno y otro lado. Las mujeres, más razonables que los hombres, trazan un plan astuto para distraerles de estas rencillas. Logran que las jóvenes ucranianas de una revista ambulante recalen en el pueblo unos días, y sin duda que al menos de entrada esto ayuda a rebajar la tensión entre los varones.

 

 

 

Director: Nadine Labaki

Intérpretes: Nadine Labaki, Claude Baz Moussawbaa, Leyla Hakim, Yvonne Maalouf, Antoinette Noufaily, Julian Farhat, Ali Haidar, Kevin Abboud

Guión: Nadine Labaki, Rodney Al Haddid, Jihad Hojeily

Duración: 110′

Género: Comedia, Drama

Estreno: 02/03/2012

Público: Jóvenes

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 3

Acción: 0

Amor: 3

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

La libanesa Nadine Labaki, coguionista, directora y actriz, sorprendió en 2007 con la comedia coral femenina Caramel. Su nueva cinta, coescrita otra vez con Rodney Al Haddid y Jihad Hojeily, comparte algunos trazos con su predecesora, sobre todo la importancia de las mujeres y los numerosos personajes. En cambio el ‘look’ es más realista, menos ‘acaramelado’ si se nos permite el juego de palabras. Lo que no impide que Labaki se arriesgue con una mezcla ‘mágica’ de tonos, que no siempre funciona, entre la comedia ligera, casi el sainete, y la tragedia pura y dura, con momentos surrealistas, y hasta varios pasajes de musical. Todo ello para trazar una parábola sobre la necesidad de buscar puntos de encuentro para la convivencia de musulmanes y cristianos. Y en tal sentido se subraya el papel esencial de la mujer, la fuerza y el instinto de supervivencia que poseen las madres de familia.

Merece la pena subrayar la originalidad de algunas soluciones narrativas de esta cinta, con las que Labaki hace juegos malabares sorprendentes para no ofender la sensibilidad religiosa de nadie. En tal sentido, y a pesar de algunos pasajes en el filo de la navaja, se puede decir que domina la intención de una mirada amable, por ejemplo en el retrato del sacerdote y el imán de la aldea, quienes a pesar de sus prédicas pacíficas no logran persuadir a sus fieles de que sus creencias les deberían llevar a respetar a los otros. La directora se las arregla para ofrecer al espectador una inyección de optimismo que no deja de ser realista.


Fuente: www.decine21.com