Tras haber huido de Estados Unidos, el legendario forajido Butch Cassidy murió en Bolivia en 1908, tiroteado junto a su amigo Sundance Kid. Esto es lo que dice la versión oficial. En “Blackthorn (Sin destino)” veremos que lo cierto es que ha pasado veinte años escondido y ahora quiere volver a casa. Sin embargo, pronto encontrará en su camino a un joven ingeniero español que acaba de robar la mina en la que trabajaba y que pertenece al empresario más importante de Bolivia.

Año de producción: 2011

País: España

Dirección: Mateo Gil

Intérpretes: Sam Shepard, Eduardo Noriega, Stephen Rea, Magaly Solier, Nikolaj Coster-Waldau, Padraic Delaney, Dominique McElligott

Guión: Miguel Barros

Música: Lucio Godoy

Fotografía: Juan Ruiz Anchía

Distribuye en Cine: Altafilms

Duración: 98 min.

Público apropiado: Jóvenes

Género: Western

Estreno: 01/07/11

Valoración: ***

Contenidos [de 0 a 4]: Acción 2, Amor 1, Lágrimas 1, Risas 0, Sexo 1, Violencia 1

Crítica

Mateo Gil, coguionista habitual de Alejandro Amenábar en títulos comoTesis o Ágora, debutó como realizador en 1999 con el thriller Nadie conoce a nadie. Más de una década después vuelve a ejercer como director de largometraje, en un proyecto que sigue pudiéndose calificar como cine de género, aunque esta vez su cinta es mucho más ambiciosa, pues se trata de un western, y además, uno de esos que pueden calificarse como «de hechuras clásicas».

Para hacer el salto mortal más difícil todavía, Gil invoca el nombre sagrado de Dos hombres y un destino, un gran clásico del género, pues su film es una especie de curiosa secuela tardía. Según se aclara al comienzo, investigadores lograron encontrar la tumba donde se supone que fueron enterrados los forajidos Butch Cassidy y Sundance Kid tras su supuesta muerte durante un enfrentamiento con el ejército boliviano. Pero sus cuerpos no estaban allí.

En Blackthorn, un envejecido Butch Cassidy ha aprovechado que fue dado por muerto junto con Sundance, pero que en realidad ambos lograron escapar, para permanecer escondido durante 20 años sin que la justicia le busque. Pero se entera de que ha fallecido una mujer con la que tuvo un idilio en el pasado, fruto del cual nació un niño, y Cassidy decide volver a Estados Unidos con él. Por el camino se encuentra con Eduardo Apocada, ingeniero español que ha robado una gran cantidad de dinero de la mina en la que trabajaba, y que es perseguido.

A pesar de los enormes riesgos tomados por Mateo Gil, y de que no resiste la comparación con el film de George Roy Hill, su cinta funciona. No es capaz de hacer grandes alardes de dirección, pero la cinta está bien llevada, y aunque no cuenta con una producción impresionante, su reconstrucción de los comienzos del siglo XX es lo suficientemente aceptable.

Gil ha contado con un gran reparto. Se luce el legendario Sam Shepard, interpretando a Cassidy, y llevándoselo a su terreno, en lugar de imitar al insuperable Newman, lo que hubiera sido un error. Curiosamente, resulta ser un excelente contrapunto el irregular Eduardo Noriega, que realiza uno de sus mejores trabajos y hasta demuestra un enorme sentido del humor riéndose de cierto anuncio televisivo suyo muy popular. Noriega brilla en la versión original con sus diálogos en inglés y español. También es necesario mencionar a Magaly Solier (Amador) en un pequeño papel, y sobre todo a Stephen Rea, sorprendente como cónsul honorario borrachín.

Llama la atención que a pesar de ser uno de los guionistas españoles más reputados, en esta ocasión Gil parta de un libreto ajeno, que supone el debut de Miguel Barros, autor del documental Los sin tierra. El texto tiene bastante calidad, en su recuperación de los temas clásicos del western, como el compañerismo, la libertad y sobre todo la moral y la justicia. Trata además la cinta sobre el regreso a las raíces, la necesidad de compañía y la búsqueda de una familia. Además, incluye muchos elementos que apasionarán a los amantes del western, como la referencia a la agencia de detectives Pinkerton.

Haya sido buscado o no, existe en la cinta un subtexto metacinematográfico muy interesante. El viejo forajido podría interpretarse como un símbolo del cine clásico, de ése que ya no se hace, porque los tiempos han cambiado y ahora todo vale con tal de ganar dinero.

Fuente: Decine 21