Ficha: 101 min. | Animación | Comedia Público apropiado: Todos-jóvenes Año: 2015 País: Bélgica, China, Francia, Italia Dirección: Jamel Debbouze Hace millones de años el rey de los monos tuvo dos hijos, uno pequeño y con poco pelo, y otro fuerte y peludo. Guiándose por la apariencia y por los malvados consejos de la hechicera de los monos, el rey decidió deshacerse del heredero enclenque y quedarse con el bebé más sano. Pero pasados los años, el pequeño simio que fue dado por muerto, Edouard, reaparece convertido en un monito la mar de espabilado y que cambiará la vida de todos los miembros de su especie. El actor francés de origen marroquí Jamel Debbouze –conocido sobre todo por su participación en películas como Amelie o Days of Glory– no ha elegido una película fácil para debutar como director y guionista. Adapta la singular novela de Roy Lewis, para entregar una película de animación que versa sobre la evolución, o al menos sobre la transformación de los monos en homínidos. Ni que decir tiene que el film no aguanta ni la más mínima crítica científica, pero es que, por supuesto, no pretende ser una lección de paleontología sino simplemente una película de aventuras de dibujos animados. Pero, salpicada, eso sí, de referencias evolutivas servidas con gran sentido del humor y claramente dirigidas a los más pequeños. La película tiene una estructura muy clásica, con un prólogo, un desarrollo organizado en dos grandes partes muy diferentes, y un desenlace. La primera sección acontece en el hábitat de los monos, situado en lo alto de un gigantesco árbol, una época eminentemente animal; mientras que la segunda tiene lugar en el suelo, territorio en donde el protagonista irá humanizándose, ejerciendo su oficio de “inventor” y descubridor. Es en esta sección en donde se reúnen numerosas referencias a la evolución mono-hombre y con ellas un sinfín de situaciones humorísticas: sostenimiento sobre dos pies, descubrimiento del fuego, la habilidad para cazar, la cocina de los alimentos, el nacimiento del baile, el primer beso… Además hay coincidencias nada casuales, como que la acción suceda en Etiopía o que la compañera del protagonista se llame Lucy (el mismo nombre del famoso homínido de hace 3,2 millones de años, cuyos restos aportaron a la ciencia pruebas excepcionales de la evolución humana). Realizado con la técnica de “motion capture”, visualmente El reino de los monos es un film correcto, no demasiado memorable, pero las imágenes están ofrecidas con mucho ritmo; y la trama incluye sus dosis de aventura y conflicto familiar, y algunas escenas trepidantes, como la del juego de los monos en las lianas (una especie de quidditch selvático), la del fuego o la del tornado. Eso hará que el conjunto no aburra a los pequeños. Y aunque quizá la expresividad de los monos podría mejorarse, basta la que hay para que reconozcamos en el protagonista la fisonomía del director (con ese brazo derecho paralizado) y también para disfrutar de un peculiarísimo homenaje de Debbouze al gran comediante Louis de Funès, absolutamente clavadito a uno de los simios. Firma: Pablo de Santiago