Ficha:
134 min. | Drama
Público apropiado: Jóvenes
Año: 2016
País: Francia, Italia.
Dirección: Marco Bellocchio
Intérpretes: Valerio Mastandrea, Bérénice Bejo, Fabrizio Gifuni, Guido Caprino, Barbara Ronchi, Dario Dal Pero, Nicolò Cabras, Emmanuelle Devos
Turín, 1969. Massimo vive una infancia idílica unido sobre todo a su madre. Pero una noche se despierta con un grito… Algo ha sucedido, aunque no le explican bien de qué se trata. Nadie le desvela qué ha sido de su progenitora, hasta que su severo progenitor le lleva a ver a un sacerdote que al fin le aclara que “ha decidido irse al cielo”. La explicación no le convence. 30 años después, se ha convertido en un prestigioso corresponsal de guerra que cada día observa todo tipo de horrores en conflictos como el de Sarajevo, pero aún está marcado por la incomprensible pérdida familiar… Enfrentarse a la venta de la residencia familiar revivirá el pasado.
Pese que a sus 77 años supera la edad de ilustres compatriotas que han optado por el retiro, como Bernardo Bertolucci, el realizador italiano Marco Bellocchio muestra su buen hacer con la adaptación de “Me deseó dulces sueños”, novela autobiográfica de Massimo Gramellini, de enorme éxito en su país. Ha escogido a un reparto de primera, encabezado por Valerio Mastandrea, conocido sobre todo por dar vida a un hijo muy distinto, que renegaba de su madre, en La prima cosa bella, y que tiene al lado a intérpretes tan solventes como la francesa Bérénice Bejo, ideal como doctora que ayuda al protagonista con sus crisis de ansiedad. Recupera como no podía ser de otra manera a su actor fetiche, Roberto Herlitzka, sublime como sacerdote que ofrece una notable lección filosófica al personaje central, en uno de los momentos más logrados.
El veterano realizador ofrece una lección de cine en su puesta en escena, en principio clásica, pero fresca, marcada por un tono lírico y melancólico, una sugerente fotografía de Daniele Ciprì que subraya los elementos nostálgicos, y un montaje que para mostrar las partes del pasado que explican el presente se apoya en flashbacks muy bien enlazados mediante paralelismos temáticos y visuales. Duro drama en torno a la dificultad de superar el dolor, por otro lado también muestra que las tragedias pueden tener un lado positivo (magnífico el segmento en el que el protagonista triunfa en el periodismo con una carta sobre el amor maternofilial). Describe también la rebeldía de quien no pudiendo aceptar lo ocurrido llega a inventarse una figura demoníaca imaginaria a la que jura lealtad.
Consciente de que a su avanzada edad no se puede determinar si rodará más, el cineasta parece que quiere cerrar una filmografía que comenzó con un film que en varios elementos parece el extremo opuesto. Felices sueños tiene puntos en común con su ópera prima, la durísima e impactante Las manos en los bolsillos, de 1965, también sobre una familia burguesa desestructurada. Pero allí la despreocupación de la madre devenía en asesinato.
Firma: Juan Luis Sánchez