Al fin llegó la 14 temporada de CUÉNTAME y por la puerta grande. Líder de la noche de los jueves, por segunda semana consecutiva, superando los números de su estreno, con una cuota de pantalla del 20,4% en este segundo episodio, escalando hasta un 24,6% en el minuto más visto de la jornada, a las 23:38 horas, con 4.613.000 espectadores.

 

 

 

 

 

 

 

Disfrutamos del capítulo especial que emitió La1 la noche del 4 de enero, lo que nos hizo presagiar que la serie iba a seguir manteniendo un nivel alto. Los títulos iniciales, junto a la voz del narrador, iban acompañados del concierto de Los Secretos en la Escuela de Caminos, inicio de la movida madrileña. A partir de ahí, música de los 80, grupos como Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop, La Unión, Hombres G…, más que suficiente para esperar al siguiente capítulo con ilusión y cierta ansiedad.

El primer episodio se presentaba plano y aburrido: una vez más el 23 F. Todos hemos visto en directo la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados y hemos oído a amigos, conocidos, tertulianos varios, opiniones de un lado y otro de lo que significó ese día.
Aunque oí en directo el golpe de estado en la radio del coche, volviendo del colegio, no tengo recuerdos especiales de ese día. Tenía 15 años y estaba a un examen de ciencias que tenía al día siguiente. Supongo que hay cosas que no se olvidan.

El capítulo comenzó y poco a poco va transmitiendo las fases de esa noche de una forma absolutamente perfecta, porque pude vivir desde el desconcierto inicial, la preocupación ante las noticias poco claras, el miedo pensando en una vuelta al 36… y un fatalismo común a todos los personajes que tenían la certeza de que España no tenía remedio. Lo decían los vecinos del barrio de San Genaro (la peluquera, el ama de casa, el cura…). Lo decían los periodistas retenidos en el Congreso (Toni Alcántara entre ellos).

Pero una vez más, la serie nos saca una sonrisa. Miguel, comunista, se refugia en casa de su amigo Ramón, falangista. Discuten, gritan, tratan de ayudarse y siguen amigos. España sí que tiene remedio. La amistad  por encima de ideologías y banderas.  Y con consecuencias prácticas: en mitad de una noche caótica, los dos amigos, ayudados por Antonio se deshacen en un descampado de las banderas comunistas que tenían en stock los hermanos Alcántara y su amigo Desi.

Acaba el capitulo  y surge un suspiro de alivio. Lo que pudo ser y no fue.

Creo que si a los de mi generación nos espanta hoy lo que fue es porque me lo están contando tal como ocurrió pero lo estamos viendo con la mentalidad del 2013.  En ese momento las ciencias eran mi prioridad. La libertad la daba por supuesta.
Y repito, me ha impresionado ese “no tenemos remedio”. Ese fatalismo aún lo tenemos metido muy dentro y mi admirado  Arturo Pérez Reverte se encarga de recordárnoslo con frecuencia, cargado de razones. No hay más que poner las noticias.

Y vuelvo a preguntarme ¿por qué los Alcántara siguen con esa capacidad de convocatoria frente al televisor?

Puede ser porque  la familia Alcántara  siempre está unida, en las situaciones más extremas (hijo periodista en el Congreso, hija actriz con antecedentes  en Valencia, abuela con unos recuerdos muy vívidos de lo que fue el 36 en su pueblo) con  diferentes opiniones y reacciones pero todos a una. La abuela a golpe de Rosario, el padre apoyando a su familia aunque no sepa muy bien cómo, la madre con serenidad y empatía.

En esta familia se respetan habitualmente las diferencias y, en cualquier caso, el amor que hay entre ellos las diluye. Creo que, aparte de una narración bastante rigurosa de lo que fue y un atrezzo digno de un Óscar, lo que nos engancha a los Alcántara es lo bien que tratan el concepto de familia, sin teoría anterior de ningún color ni religión. No hace falta, es lo que sabemos todos que ha de ser una familia.

Firma: María Corcuera

 

Podéis ver ya el capítulo 235 íntegro en rtve.es, si os lo habéis perdido y queréis empalmar con el de esta semana.