El creador de ‘Águila roja’ salva al cine español con la película más taquillera de 2010. A Daniel Écija su padre le enseñó la ética del trabajo duro. El chaval que devoraba ‘Bonanza’ revoluciona hoy el cine y la televisión

DATOS

10 millones de euros es la recaudación de ‘3 Metros sobre el cielo’, récord en la taquilla española de 2010

6,2 millones de espectadores vieron el último capítulo de ‘Águila Roja’

LAS FRASES

«Me enorgullezco de mis raíces trabajadoras. Soy de una generación donde no se hablaba de talento, sino de esfuerzo»

«Sé lo que es estar arriba y abajo, aunque la vida te enseña que esos términos no tienen mucho que ver con la felicidad»

 

El productor no distingue entre cine y televisión: «NO HAY PANTALLAS, SINO CONTENIDOS»
El productor no distingue entre cine y televisión: «NO HAY PANTALLAS, SINO CONTENIDOS»

Daniel Écija ha desayunado con los resultados de audiencia de ‘El barco’, la nueva serie de Globomedia para Antena 3. Casi cinco millones de espectadores, el mejor estreno de una ficción nacional en los dos últimos años. Durante su emisión, el nombre de su protagonista, Mario Casas, permaneció entre los diez términos más escritos en Twitter a nivel mundial. «El ‘star system’ está hoy en televisión», alecciona el presidente de Globomedia, la primera productora audiovisual española, que exporta sus productos a un centenar de países. Nombre una serie y habrá salido de estos estudios en la carretera de Alcobendas: ‘Médico de familia’, ‘Periodistas’, ‘Los Serrano’…

A Écija ya no le basta con poner a media España ante el televisor. El autor del programa más visto la pasada temporada, ‘Águila roja’, también está detrás de la película más taquillera, ‘3 metros sobre el cielo’, a punto de alcanzar los 10 millones de euros de recaudación. El hombre que ha salvado los muebles del cine español estrenará el 11 de abril en las salas ‘Águila roja. La película’. «No hay precedentes. A diferencia de ‘Expediente X’ y ‘Sexo en Nueva York’, es la primera vez que se hace la versión cinematográfica de una serie todavía en emisión».

En el plató de ‘Aída’ocurre algo curioso. Las fachadas de las tascas y comercios de cartón-piedra producen una sensación de familiaridad. Como si fuera una extensión de nuestro barrio. Justo al lado, Ángel Martín abandona el set de ‘Sé lo que hicisteis’ el día en que ha anunciado su marcha y se funde en un abrazo con Écija. El presidente va en deportivas y camiseta. Conoce el nombre del último de los técnicos. La misma maquilladora que le quita brillos para las fotos le ha cortado el pelo.

«Lo que ha ocurrido en España en los últimos 15 años algún día se estudiará en las universidades. En este tiempo hemos avanzado en televisión lo que otros países han tardado 60 años», reflexiona el productor, ya en su despacho. Mira por la ventana y señala un descampado. «Cuando llegamos, ahí había un campamento de gitanos. Un día hasta nos tirotearon». Esta factoría en el extrarradio alimenta el ocio de los españoles, que pasan por término medio cuatro horas pegaditos a la pantalla. ¿Eso es sano? «No es un problema de tiempo, sino de hacer un uso sabio de la televisión. Ningún otro país del mundo tiene 40 canales gratuitos en la TDT, una oferta cultural extraordinaria. Mis hijas se pasan mucho tiempo en internet y también me preocupa si hacen un uso adecuado. Cuatro minutos delante del televisor pueden ser tan insanos como cuatro horas».

Écija recuerda que, a principios de los 90, las series americanas se comían el pastel y los actores españoles no querían saber nada de la pequeña pantalla. «Nos estrujamos la cabeza y logramos hacernos un hueco. Yo ya no distingo entre cine y televisión, porque ya no hay pantallas, sino contenidos. Ahora somos nosotros los que tenemos que hacer un esfuerzo para no mirar por encima del hombro a los del cine».

Asbesto venenoso

Los primeros recuerdos televisivos de Daniel Écija reverberan en un televisor Lavis en blanco y negro. Nació en Wittenoom, Australia, hace 47 años, porque hasta allá se fueron sus padres después de emigrar a Francia. El padre a la mina; la madre a limpiar oficinas. A los tres años regresa a Madrid y el padre se mete a chófer hasta que lo mandan al paro. Con la indemnización compra una licencia de taxi, pero el asbesto venenoso de la mina acaba con su vida a los 55 años.

«Me enorgullezco de mis orígenes, de mis raíces de clase obrera; cuando trabajas, te viene bien proceder de gente que trabaja. Mi madre me ayuda mucho. Si te pilla el éxito temprano y no estás formado… Tengo el recuerdo de mi abuela Antonia, asistenta y portera en la calle Fúcar. Y de mi padre. De ellos he heredado la ética del trabajo duro. Soy de una generación donde no se hablaba de talento, sino de esfuerzo». La media de cuatro horas frente a la tele se queda corta en su infancia. «Me tragaba doce horas diarias, porque en los 60 nadie se iba de vacaciones. Te pasabas el verano leyendo tebeos y viendo ‘El gran Chaparral’, ‘Bonanza’, ‘Los Chiripitifláuticos’… La vida era en blanco y negro. Eso ayuda a desarrollar la imaginación y a pensar que algún día te gustaría irte de vacaciones».

Écija se marchó a estudiar al extranjero «porque quería formarme». A los 18 años ya está chupando guardias de su mili televisiva en Prado del Rey tras una oposición. El director general de TVE, José María Calviño, le ficha para levantar el Canal 10, la primera cadena privada española que se emitía desde Londres por satélite y que resultó un fiasco. A su vuelta, José Luis Moreno le pone al frente de ‘Entre amigos’ en las autonómicas. Ya en Tele 5, conoce a un personaje fundamental en su trayectoria, Emilio Aragón. Del ‘VIP Noche’ al 12 de septiembre de 1995, cuando un doctor viudo abre una puerta y dice: «Este es nuestro nuevo hogar». Con ‘Médico de familia’ arranca la moderna ficción española. En 1995 había 35 productoras, hoy 250. «Las series americanas dan en EE UU la misma audiencia porcentual que en España. No somos diferentes. Tenemos un problema de distribución, un idioma que no viaja por sitios que den demasiado dinero. Te exigen captar a muchos públicos y tienes menos ancho de banda creativo, pero ahí es donde se desarrolla el talento».

– ¿Cuántas horas diarias trabaja?

– Aquello de presumir de que metes muchas horas era una estupidez. De diez a ocho, si me puedo escapar a casa a comer, mejor. La parte más importante de mi vida está fuera de aquí, con la tele sólo me gano la vida.

-¿Cuántos televisores tiene en casa?

– Tres. Intento ver la tele lo justo. Me gusta estar con mis hijas, hacer deporte, pasear, disfrutar de la vida.

-¿Se gana mucho dinero en este negocio?

– Las cuentas son públicas. Ser productor de contenidos no es el sitio más lucrativo, pero sí el más satisfactorio. A mi edad, estoy donde quiero estar. Sé lo que es estar arriba y abajo, aunque la vida te enseña que esos términos no tienen mucho que ver con la felicidad. Sé que es jodido cómo suena, pero a nosotros no nos mueve la economía. Somos la primera productora audiovisual pero en términos de lo que gastamos, no en lo que ganamos. Una serie como ‘Águila roja’ es poco rentable económicamente.

– Parece un mundo despiadado.

– Bueno, no hay ‘glamour’ en estos platós, eso es márketing. Y en la tele vives de la continuidad, no del márketing, sólo puedes engañar en el primer capítulo. No hay aplausos, ni autógrafos. Al día siguiente tienes que volver a trabajar. Mi padre decía que los emigrantes españoles eran reconocidos como grandes trabajadores y buenas personas. Los productores de televisión somos solidarios, porque todo va tan rápido que tienes éxitos y fracasos constantes. En televisión no puedes quejarte de no haber disfrutado de tu oportunidad. La vas a tener, pero también te la van a quitar.

Fuente: OSKAR L. BELATEGUI (El Diario Vasco, 23.01.11)