Lo ha dicho Manuel Villanueva, director de contenidos de Telecinco: que «la telebasura la han acuñado los que desprecian la televisión», y que «telebasura es un término despectivo con el público. Ellos eligen lo que quieren ver, se divierten con lo que quieren y seleccionan su compañía». O sea, que no hay telebasura; lo que hay es una gente muy mala que no respetamos al público y despreciamos la televisión. En fin. Uno puede soportar la obligación de convivir con estas cosas, pero es mucho más difícil aguantar que los muñidores de la peor televisión de todos los tiempos se pongan en plan doncella indignada. No, querido amigo: en la televisión hay muchas cosas admirables, y en el público también. Pero en la tele, como en todas partes, hay cosas execrables además de cosas sublimes, y resulta que usted ha ido a auparse sobre las cosas execrables. Es execrable, por ejemplo, recoger a una señorita del arroyo, fabricar en torno a ella un personaje ficticio y convertirla en heroína nacional abusando de la credulidad del público. Es execrable, por ejemplo, hozar en las ciénagas de la farándula hasta encontrar tipos patibularios dispuestos a cualquier cosa por un plato de lentejas (doradas) y regalarles las horas de pantalla que se niegan a otras cosas más edificantes. Es execrable, por ejemplo, hacer pasar por debates políticos unos gallineros donde nadie puede exponer una idea razonada, porque el griterío promovido por el propio programa se lo come. Es execrable, por ejemplo, elevar a la dignidad de modelos sociales a sujetos (y sujetas, que diría la otra) objetivamente reprobables por su vida pública y privada. Y es execrable, por supuesto, ventilar todos esos contenidos en horario protegido, ciscándose en las leyes, en el sentido común y en ese público al que nuestro héroe dice respetar tanto. Y todo esto no tiene nada que ver con el juicio general que uno pueda formular sobre la televisión o sobre el público; todo esto concierne exclusivamente al juicio que merecen Manuel Villanueva, Mediaset, Telecinco y ciertos programas de su ‘parrilla’. Vale.

Fuente: J.J.Esparza (El Diario Vasco, 27-7-2011)