El_gran_hotel_Budapest-201169276-large

Gustave H. es el legendario conserje de un famoso hotel europeo del período de entreguerras. Zero Moustafa, un joven botones, se convierte en su amigo más leal. Su particular historia incluye el robo y recuperación de una pintura renacentista de incalculable valor; una frenética batalla por una inmensa fortuna familiar; y el inicio de una historia de amor; y como telón de fondo, un continente que está sufriendo una rápida y drástica transformación.

Director: Wes Anderson

Intérpretes: Ralph Fiennes, F. Murray Abraham, Mathieu Almaric, Adrien Brody, Willem Dafoe, Edward Norton, Saoirse Ronan

Guión: Wes Anderson

Duración: 99′

Género: Comedia, Drama

Estreno DVD: 16/07/2014

Público: +16

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 2

Amor: 0

Violencia: 1

Sexo: 1

Crítica:

Wes Anderson es un nombre que incluye su propia marca, y por marca diseño, y por diseño manierismo, y por manierismo excentricidad.

Consciente de que se le critica por excederse en el envoltorio y disminuir su vínculo con el drama, Anderson defiende su trabajo de puesta en escena como algo análogo al desarrollo de los personajes. Y seguramente, hasta la fecha, este cineasta tenía bastante razón, pues ha sido capaz de configurar un microcosmos muy rico en personajes idiosincrásicos; de personalizar temas tan generales como la infancia o la familia y de dibujar, como pocos, unos escenarios tan coloristas como el reiterativo uso de los mismos planos en la puesta en escena.

Fielmente seguido por sus fans, esta última película confirma su trayectoria pero no apuntala su carrera, que obtiene con El Gran Hotel Budapest su título más inflado y desproporcionado entre fondo y forma. Los artífices de este relato, Anderson y su amigo Hugo Guinnes, se inspiraron en la personalidad de un conocido suyo y en el aire general de la literatura de Stefan Zweig. Con todo ello, han precipitado una retahíla de esforzada escenografía, adornada y coloreada con lo más extremo de la Belle Époque.

Nadie puede negar que Wes Anderson ha llevado a su terreno, ha reinventado y ha estilizado el clásico slapstick, integrándolo en los más que particulares universos (en parte concomitantes) que crea en sus películas. Esta vez, la arquitectura de su guión es más frágil que de costumbre, mientras que la estilística se encumbra a la altura del precipicio donde está instalado el hotel del film. Las asimetrías e hipérboles y las deformaciones y miniaturas pueblan cada plano, en un controlado descontrol de perspectivas y juegos de percepciones erróneas.

El gag visual se hace con el gobierno de la relación con el espectador, que se entretiene con la casa de muñecas de este director, cuyas analogías histórico-políticas son más de disfraz que las de la fantástica comedia marxiana Sopa de ganso. Sin embargo, a pesar de lo dramático y también humanísticamente hueco de su propuesta, Anderson sigue caminando en ese cosmos perennemente infantil, que encaja en el Hotel Budapest un par de estridencias disonantes con los parámetros habituales de su filmografía.

Para amantes de este pintoresco e imaginativo creador, capaces de encajar esta pequeña decepción.

 

Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)