La mayoría de capítulos de esta serie tienen un metraje de 25-30 minutos que, en general, suelen tener un ritmo más derivado de la psicología que de la acción de los personajes. Los creadores son los mismos que The americans, una serie de espías rusos en Estados Unidos al final de la Guerra Fría que completó  6 temporadas maravillosas que han marcado una época, y a la que desgraciadamente le sobraba una insistente carga de erotismo que le restaba sutileza y sugerencia.
El paciente es una serie mucho más elegante, pero también menos verosímil. Aunque los dos protagonistas están interpretados con muchísimo talento por los versátiles Steve Carrell (Pequeña Miss Sunshine, La gran apuesta) y Dohmnall Gleeson (Brooklyn, Ex machina), hay varias decisiones de guion que hacen poco creíble la trama. Los arcos dramáticos tienen demasiados comportamientos incomprensibles en una trama en la que los asesinatos son de verdad y, sin embargo, parece que los personajes están jugando una partida del Cluedo en el sotano de su casa. Este enfoque le hace mucho daño a la historia, con personajes como el de la madre del asesino que resultan indefendibles.
El resultado final es un entretenimiento bastante habilidoso en algunas curvas, pero que deja la sensación de producto menor que desaprovecha un reparto y una historia con muchas más posibilidades.