Padre e hijo, Waldemar (Paulo José) y Benjamim (Selton Mello) forman una divertida pareja de payasos, con un espectáculo de éxito en el itinerante Circo Esperanza, que recorre el Brasil más profundo y rural con su estrambótica troupe de artistas. Pero Benjamim siente que, en realidad, es un hombre sin identidad, sin número de la seguridad social y sin un lugar fijo de residencia. . “Yo hago reír a la gente…, ¿pero quién me hace reír a mí?”, se queja lastimoso. Así que se plantea dejar el circo, instalarse en una ciudad, trabajar y ser “normal”.

Director: Selton Mello

Intérpretes: Selton Mello, Paulo José, Larissa Manoela, Giselle Motta, Teuda Bara, Álamo Facó, Cadu Fávero, Erom Cordeiro

Guión: Selton Mello y Marcelo Vindicato

Duración: 88 min

Género: Tragicomedia

Estreno DVD: 19/02/2014

Público: Jóvenes

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor:

Acción:

Amor:

Violencia:

Sexo:

Crítica:

Premio del Público, Colón de Plata a la mejor fotografía y mención especial a la dirección artística en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva 2012, esta película ganó doce galardones del Cinema Brazil Grand Prize 2012, los Goya brasileños, entre ellos los correspondientes a mejor película, director, actor y guion original. Además, fue seleccionada por Brasil para optar al Oscar a la mejor película en habla no inglesa. Con ella, el popular actor brasileño Selton Mello (1972, Passos, Minas Gerais) consolida su carrera como director tras debutar en el largometraje en 2008 con el drama “Feliz Natal”. Más de 1,5 millones de espectadores han avalado en Brasil su propuesta en “El payaso”.

Cae muy simpática esta especie de fábula moral, más dramática que cómica, en la que Mello habla —como él mismo ha señalado— “sobre la identidad, nuestro papel en el mundo y lo que hemos elegido hacer con nuestras vidas. Es una road-movie en la que lo más importante no ocurre en el viaje o el paisaje, sino dentro de los personajes”. En efecto, su amplia galería de tipos humanos da a la historia un gran valor simbólico y pedagógico, pues refleja casi todas las actitudes posibles ante la vida misma, en la que cada uno debe desarrollar con sacrificio una serie de cualidades con el objetivo de acrecentar el bien común y, en consecuencia, la propia felicidad. Y, certeramente, la película muestra la peligrosa tentación individualista de pensar antes en uno mismo que en los demás, desde un rastrero planteamiento hedonista, limitador sin duda de la grandeza humana. Una grandeza encarnada en la película en la fascinante capacidad del payaso de hacer reír a los demás asumiendo y trascendiendo la propia debilidad e, incluso, la propia tristeza.

Este lúcido enfoque llena de humanidad una fresca e imaginativa puesta en escena, hábilmente aderezada con los toques surrealistas y oníricos característicos del mundo del circo. Y, sobre todo, aporta hondura y emotividad a todas las interpretaciones, a pesar de su premeditada tendencia hacia el histrionismo o la estolidez, pues por ambos extremos busca también Mello los efectos cómicos y dramáticos. En este sentido, acierta el actor-director al primar progresivamente la mirada infantil de la hija de un matrimonio de artistas del circo. Ella suaviza algún que otro detalle sórdido o grotesco y acaba imponiendo un luminoso optimismo, abierto además a la trascendencia a través de la sencilla devoción a San Filomeno, al que presentan como el patrono de los payasos. Quizás la película no tenga un público muy definido fuera de su país; pero, desde luego, revela una voz bella o original en el actual panorama del cine.

 

 

Fuente: Jerónimo José Martín (www.cope.es)