Por J.J. ESPARZA (El Correo, 7-6-10)

Será este martes próximo. Telecinco, resignada, retirará su concurso canoro, ‘Cántame una canción’, que ha corrido la misma suerte de sus hermanos de Antena 3 y TVE-1 (fracaso unánime), y en su lugar emitirá un programa de cotilleo feroz sobre el torero Jesulín de Ubrique. La cosa da para reflexionar. O sea que nuestros canales intentan salirse un poco del cotilleo, recurren a formatos de acreditada solvencia como ése de los concursos musicales, y lo que se encuentran es la indiferencia del público. Conclusión (apresurada): está claro que lo que la gente quiere es cotilleo y no canciones. Y Telecinco, apresurada siempre, se precipita a sustituir ‘Cántame una canción’ por un ‘especial’ sobre Jesulín de Ubrique. Lógico, ¿no? Pues no: que el formato del concurso canoro ha dejado de tener tirón es una evidencia, pero de eso no se deduce que el cotilleo sea la única alternativa posible. De hecho, si algo han demostrado las dos últimas temporadas de televisión es que el gusto del público se dirige ahora hacia los programas de reportajes de tipo social, como ‘Comando actualidad’, ‘Callejeros’ o ‘Españoles en el mundo’.

Lo que pasa es que es mucho más fácil y seguro enjugar las penas con Jesulín que apostar por programas más elaborados y que exigen más inteligencia. Asunto aparte es la fijación de nuestras cadenas privadas en general, y de Telecinco en particular, con el clan Ubrique. Cuando alguien no sabe qué hacer con un par de horas de televisión, se marcha a hozar a ‘Ambiciones’. Y así tenemos la pantalla llena a todas horas de Campanarios, Janeiros varios, Jesulines y, por supuesto, Belén Esteban, que se ha convertido en imagen corporativa de Telecinco. No recuerdo a quién le dije el otro día que la Esteban iba a presentar los informativos de esa cadena. Lo más portentoso es que mi interlocutor no lo interpretó como una broma -eso era-, sino que lo consideró plenamente verosímil. Hasta ese punto hemos llegado. Mal podemos quejarnos luego del bajo nivel cultural del país. Quizá sea verdad, en el fondo, que tenemos la televisión que nos merecemos.