Cine de pasatiempo divertido que mezcla comedia, aventuras y romance. Si bien repite una fórmula conocida, funciona gracias a una gran química entre los protagonistas, una premisa original y una buena ejecución.

Crítica La ciudad perdida


Siguiendo la estela de En busca del arca perdida o filmes recientes como Jungle Cruise y el remake de Jumanji; La ciudad perdida, plantea una aventura trepidante en torno a un tesoro escondido en las profundidades de una lejana y vetusta metrópoli. Mediante la hibridación de géneros (comedia, aventuras y romance) los hermanos Nee construyen una premisa original, sin muchas pretensiones, con la que pasar un buen rato.

El elenco estelar está capitaneado por Sandra Bullock, en una cinta donde utiliza la incomodidad a su favor, y por Channing Tatum, que consigue con creces representar a un apuesto chico tontorrón con un trasfondo amable. Asombrosamente, muestran gran química entre ellos y, a pesar de que el romance es predecible, es también efectivo.

A ambos se les contrapone el villano encarnado por Daniel Radcliffe, un multimillonario estrafalario obsesionado con un gran tesoro. Su rol, precisamente, flojea, pues no es más que un estereotipo inglés cuya única motivación es la envidia que siente por su exitoso hermano menor y, a lo largo de la película, alude reiteradamente a ello.

Aunque, sin duda, lo más memorable es el hilarante cameo de Brad Pitt, que sobresale por su gran carisma y agudeza. De hecho, después de su aparición, el film comienza a decaer un poco y se hubiera agradecido más metraje con él. Asimismo, los diálogos, a ratos, son empalagosos y cursis, pero los momentos cómicos funcionan y sacan más de una sonrisa.

En definitiva, La ciudad perdida es una grata sorpresa, una apuesta amena y confortante por la que acudir a las salas de cine. Es cierto que reproduce una fórmula que hemos visto hasta la saciedad, pero se alza como aquel tipo de entretenimiento palomitero que nos permite escapar de la realidad para adentrarnos en un mundo selvático de imaginación y ensueño.

Firma: Marta Vivas