Es uno de los temas más comentados estos días en las redes sociales: El de la concejala del pueblo valenciano de Manises que abandonó un pleno municipal. ¿Para qué?, se preguntarán ¿Por motivos de salud? ¿Para atender alguna emergencia? ¿A algún familiar herido? No, no, se fue para ir a un programa de televisión. Cabría pensar que se trata de acudir a algún espacio para debatir la política municipal. Incluso para participar en algún concurso de inteligencia y donar lo ganado para paliar la hambruna en el cuerno de África. Pues no, tampoco. Abandonó un pleno municipal para viajar urgentemente a Madrid para asistir como público a un programa de televisión. ¿Y a qué programa, si puede saberse? Pues a ‘Sálvame de luxe’, el espacio emblemático de la telebasura. Seguramente ustedes, con todo el sentido común del mundo, no saldrán de su asombro. Podría tratarse de un vergonzante caso de adicción, de alguien que no puede reprimir sus irrefrenables deseos de ir a las televisiones, aunque después disimule, se arrepienta y trate de ocultarlo. Nueva equivocación. La concejala en cuestión se sentó en primera fila, para que las cámaras la enfocasen, y además se llevó a algunos convecinos con ella. Uno se puede preguntar cuál es el mayor deseo de los españoles en esta segunda década del siglo XXI y llegaría a la conclusión que lo que de verdad importa a muchas personas no es la salud, ni la economía, ni la política, ni siquiera la situación familiar. El mayor deseo de un número considerable de personas es poder salir por televisión. La concejala es cuestión es la responsable del área de bienestar social en su pueblo, lo que aún agrava la cuestión. ¿El bienestar social consiste en lograr que la gente salga por televisión? Parece que no. Cuando tantos ‘indignados’ echan en cara a los políticos que ‘no nos representan’, parece un mensaje dirigido específicamente a la concejala del pueblo de Valencia. No se sabe qué valor tiene para la interfecta un pleno municipal (aunque parece que no mucho) y su presencia en él, pero a lo mejor su jefe el alcalde debería tomar cartas en el asunto. Por salud democrática.

Fuente: Boquerini (El Diario Vasco, 5-8-2011)