Análisis realizado por Telespectadores Asociados de Cataluña (TAC)
 
 
El secreto del éxito de las series de televisión dirigidas a los jóvenes, y en general de casi todas, es la confusión consciente entre realidad y ficción que practican. Todas ellas tienen una serie de caracterícticas comunes que vale la pena analizar:

 
1. Los guionistas mezclan ingredientes narrativos inventados con elementos que son reales.

2. Recogen situaciones, ambientes y anécdotas de la actualidad real y las combinan con sucesos inventados.

3. Igualmente reúnen personajes de ficción con otros personajes reales.

4. Por un lado intentan ser verídicas llevando a la pantalla algo de la vida real de los jóvenes, aquello que está precisamente en el “ambiente de la calle”.

5. Por otro lado, tienen que plegarse a las exigencias narrativas del género: el alargamiento de las historias, la tensión dramática, la espectacularización, la combinación de crisis, humor, conflictos y “reparaciones” que requiere el relato, etc.

6. El resultado es una historia que atrapa al espectador en una maraña de identificaciones, distanciamientos, rechazos y adhesiones, muchos de ellos contradictorios entre sí.

7. Los jóvenes pueden, así, imitar a los personajes como modelos de vida, identificarse o recharzarlos, confundir su propio mundo con el de los personajes i el de los personajes con su mundo. Todo ello va a depender de la disposición de cada espectador, de cada joven espectador.

8. Los jóvenes se implican de una manera muy viva en estas series. Se implican de tal modo que:

– Consumen cada vez más televisión a causa de este fenómeno de las series.

– Están cada vez más ocupados en los problemas que les presentan las series y sólo esos problemas.

– Tienen tendencia a evaluar su propia situación en los términos y con las referencias que les presentan las series.

– Aunque puedan considerar ilógicas o irreales algunas de las situaciones, sienten viva preocupación porque los temas de las series, a través de su consumo, acaban siendo importantes en el universo de sus conversaciones con los amigos.

– Hay una cierta tendencia a aceptar como “normales” algunos comportamientos presentados en las series (por exagerados que, en un principio, puedan parecer)

9. El resultado es que cada vez más las series y la vida real se acaban pareciendo. Hay un fenómeno de ósmosis  entre una y otra que la televisión potencia en extremo.

10. Por otro lado, la notoriedad y el éxito de las series apaga o debilita otras referencias. Los héroes de la literatura, de la actualidad o de la cultura próxima quedan bastante eclipsados por las series y, a la larga, algo cambia en la cultura de nuestro entorno.

11. Lo más importante: por primera vez en la historia, el fenómeno de las series ha alcanzado con la YB un poder impresionante:

– Cada día atrapa a millones de espectadores durante cientos de minutos.

– Cada día ocupa la conversación y el imaginario de millones de jóvenes.

– Cientos de historias que se asemejan entre sí porque están forjadas por la misma norma televisiva.

– Moldea nuestro imaginario, dirige nuestros sueños y nuestras ansias.

12. Comunicarse, contar historias, tomar la palabra, construir una ficción. Todo ello responde a una necesidad y a una aspiración profundamente humana, es una necesidad del intelecto y de nuestro estilo de ser.

13. Sin embargo, cuando esto se convierte en una maquinaria que no cesa en una industria que no puede parar, que lleva historias a extremos inauditos, que hace los relatos cada vez más rocambolescos, raros, hay que pensar entonces que estamos entre una exageración de proporciones preocupantes.

14. Lo importante es que la maquinaria televisiva funcione, que no se pare

15. A nadie parece ya importar que la imaginación humana, y especialmente, la de los jóvenes, requiere un cuidado especial, una atenciçon máxima, un equilibrio, una serenidad y una autenticidad que son necesarias para obtener felicidad y calidad de vida.

16. Prestar atención a las series, porque a todos nos afecta lo que vemos en TV. Aunque sólo sea cognitivamente, y aún más al público adolescente: lo que ven en pantalla lo consideran el mundo real, un reflejo de lo que pasa y, en muchos casos, de cómo tienen que ser las cosas: nuevas experiencias sentimentales, la amistad, relaciones familiares, el rendimiento escolar, ocio, diversiones…

17. “Los jóvenes toman como modelos a sus personajes favoritos y los procesos de identificación con los mismos son muy fuertes”

– Los protagonistas son los que abanderan los valores. Valores que el joven espectador recibe como buenos. La cuestión es si esos valores propuestos son realmente tales. Según estudios el formato de ficción cambia más sutilmente las mentalidades que un informativo o un discurso más racional.

– Nos movemos por patrones.

– Las personas tendemos a imitar lo más fácil y atractivo cuando no ponemos la cabeza.

18. No presentan dificultades de comprensión. Las tramas son sencillas, muchas en un mismo capítulo, estructuradas en escenas cortas para no cansar. Los diálogos son simples y utilizan un vocabulario excesivamente coloquial, pobre, y muy a menudo vulgar.

19. Realidad parcial, se escoge lo que conviene. Y es bien casual que en estos personajes se concentren tantas desgracias, riñas y alteraciones sentimentales.

20. Excesiva y sistemática simplificación de los conflictos que ponen en escena

21. Los estereotipos son frecuentes en los personajes: rebelde, ligón, la vampiresa, el líder, el patito feo, el bueno, etc.