Es absolutamente hipnótico observar cómo el talento del director japonés es capaz de infundir su alma nipona a un producto tan netamente francés.

La historia de un astro de la pantalla, narcisista y autocomplaciente que converge con el resto de mortales, muy a pesar suyo, ofrece a Kore-eda unos ingredientes extraños a su galaxia cultural pero, que mezclados con tanta sabiduría, humor y buenas pulgas le sirven para explorar nuevamente su eterno eje: la familia.

La película, tejida entre tres magníficos personajes, revolotea con ligereza alrededor de conceptos como el tiempo, el amor y los recuerdos, llegando finalmente a una puesta en común en donde podría alojarse la verdad.

Deneuve, Binoche y Clavel son las auténticas reveladoras de esa verdad, enriqueciendo con su interpretación esta obra magnífica que demuestra que la familia, la belleza y el Séptimo Arte son, de verdad, del todo imprescindibles.

Firma: Anna Puigarnau