Crítica La vida de Gortimer Gibbon

  • Análisis por   Lourdes Domingo | CONTRASTE

Una serie que combina humor, misterio, amistad y algo de fantasía en el día a día de tres amigos en un tranquilo barrio residencial. Una excelente y poco habitual propuesta para toda la familia.


David Anaxagoras es el creador de esta serie que combina los ingredientes clásicos de un relato para pre adolescentes donde amistad y aventuras se combinan con algo de fantasía.

Es poco habitual encontrarse con una serie donde niños, adolescentes y adultos se lo pasen bien sin renunciar a ser honrados con el público más joven. También es poco habitual que se mezclen creatividad, humor, emoción, intriga y drama sin apostar por el camino fácil del cliché o el escándalo.

Anaxagoras, que previamente se dedicó a la enseñanza, sabe qué le gusta, preocupa e interesa a los chavales y saca potencial de lo que es propiamente la esencia del paso de la infancia a la adolescencia.

El espíritu ochentero está flotando, con ese halo del cine de pandillas y misterios, donde la fidelidad al amigo va de la mano de usar la ciencia escolar como ciencia-ficción para resolver el enigma y donde la literatura o la sabiduría de los mayores son un recurso asiduo de los más jóvenes.

Los protagonistas (tres jóvenes y excelentes actores) están caracterizados interior y exteriormente con una diversidad que hace mella en la capacidad del guion por sugerir prismas distintos y huir de estereotipos. El protagonista lo es sin comerse el liderazgo de los demás, la empollona lo es pero es creativa y no aburrida y el despistado lo es pero aporta la chispa perfecta para dar color al equipo.

Así, podrían describirse los demás habitantes de Normal Street, que ayudan a aportar un sano sentido del humor que no impide reflexiones naturales sobre la vida en familia (no se esconde el dolor que ocasiona un divorcio o la que un padre viva lejos, y se muestra cómo los hijos ayudan en las tareas domésticas con normalidad o la importancia de la sinceridad para la propia alegría); la escuela (el estudio y la cultura del esfuerzo y el aceptar y querer el modo de ser de cada persona); el ocio y la diversión (sin caer en evasiones fáciles y saltando de aventura en aventura cotidiana en una misma habitación).

Al mismo tiempo, la factura visual y el diseño de producción avalan todas esas características y el atractivo de un barrio bien sencillo. Colores, luz, banda sonora y el evitar estridencias baratas dejan hueco en cada episodio para un correlato (un cuento que se narra, un flashback o una leyenda) elaborado en animación 2D, recortable u otras técnicas que hace muy cercano el soñar y el encanto de la inventiva.

Firma: Lourdes Domingo