• Crítica decine21.com por José María Aresté
Fake Letters

Sorprendente película de tintes tragicómicos, basada en hechos reales. Sigue los pasos de Lee Israel en los años 90 en la ciudad de Nueva York. Ella es una mujer cincuentona, soltera y asocial, a la que gustan las mujeres, aunque no tiene relaciones estables, vive sola en compañía de su gato. Escritora de biografías de celebridades femeninas como Tallulah Bankhead, su carrera autoral no acaba de arrancar. Para colmo de males la despiden de la revista donde trabaja por su difícil carácter, de modo que ahoga sus penas en alcohol. En un bar conocerá al homosexual talludito y experto en trapicheos Jack Hock, con el que hace buenas migas. Preguntándose cómo va a pagar las facturas, la venta de una carta del personaje sobre el que está escribiendo, Fanny Brice, le abre una veta inesperada para mejorar sus ingresos. Primero añade frases sabrosas a misivas auténticas, para aumentar su valor, y luego directamente las falsifica para venderlas. Para su sorpresa, tienen gran éxito entre los coleccionistas, con lo que crece mucho su autoestima, pues se siente una verdadera autora imaginando lo que escribirían algunos de sus escritores favoritos.

Nicole Holofcener y Jeff Whitty han ideado un sólido libreto que opta al Oscar, y que funciona bien como estudio de personajes, la soledad urbana, pero también como reflexión acerca de la creación artística, tanto en relación a la impostura, como a a los caminos sorprendentes por los que puede discurrir, con la protagonista metiéndose en la cabeza de autores como Noel Coward o Dorothy Parker. Dirige el film la desconocida Marielle Heller.

Sorprende la composición que hace de Lee Israel la actriz Melissa McCarthy, conocida sobre todo en su faceta cómica desde que descollara en la serie Las chicas Gilmore, y que aquí está completamente transfigurada; quizá no tenga mucho que ver, pero a ratos, tal vez porque la película también tenía un escritor en su trama, o por el físico de una y otra, viene a la cabeza el trabajo que hizo en Misery una actriz entonces desconocida, Kathy Bates, que ganó el Oscar, galardón al que ha sido nominada precisamente McCarthy.

Sea como fuere, McCarthy sabe componer a la perfección a su brusco personaje, con un ácido sentido del humor, más solo que la una, y que en el fondo querría encontrar el amor y el cariño, que vuelca en el minino que le hace compañía, y que se ha hecho mayor, como ella. El modo en que se siente viva gracias a su nueva “faceta artística”, y la complicidad que surge con otro ser marginal como ella, magnífico Richard E. Grant, también aspirante a la estatuilla dorada, se sirven con convicción y talento.

Todo tiene encanto  y está cuidado en el film, de ritmo impecable, incluidos los encuentros con los compradores de las “valiosas” cartas, esa especie de conato de amistad-enamoramiento con una librera, o el reencuentro con una antigua amante.