“Conócete a ti mismo” era la frase inscrita en el templo de Ápolo que no ha dejado de martillear en la conciencia del ser humano desde entonces. Ozark es una serie que cree que se conoce a sí misma, y no es así. Lo percibes desde el primer capítulo, allá en 2017, y sigue sucediendo en esta cuarta y última temporada divida en dos partes.
Es una serie que sale mal parada al compararla con series como Breaking Bad, Narcos o Fariña. Ficciones que también tratan sobre como el narcotráfico moldea las vidas de cualquiera que se acerca a este negocio multimillonarios hasta convertir su existencia en algo irreal, tan aparentemente atractivo como incontrolable. Ozark quiere utilizar ese ritmo lento que considera necesario para paladear el manjar que piensa que está ofreciendo al espectador. Tiene un reparto de primer nivel en el que destaca Julia Garner, que ha ganado dos premios Emmy por esta serie, y un presupuesto que permite lucir cada fotograma.
Lo que falla en esta serie es la impostación, un exceso de confianza en sí misma disfrazado de escenas impactantes de violencia y zafiedad, y personajes más perversos que ingeniosos. El retrato familiar no supera algunos giros inverosímiles y la trama no tiene el impulso y los giros de una serie grande. Quedan algunos destellos de lo que pudo llegar a ser esta serie de los creadores Mark Williams y Bill Dubuque que, en los últimos años, apenas han dejado de trabajar en esta ficción.
Firma: Claudio Sánchez