Emily es la hija de un importante hombre de negocios. Ambos llegan a Miami con su objetivo: él, levantar un complejo turístico, y ella, convertirse en bailarina profesional. Por casualidad Emily conocerá a Sean, líder de un grupo de baile denominado MOB, que hacen números alucinantes aprovechando las calles. La chispa del amor brota entre ellos. Pero los problemas vendrán cuando el padre de Emily se proponga demoler el barrio de Sean y sus amigos para dar salida a su afán promotor.

 

 

 

 

 

Director: Scott Speer

Intérpretes: Ryan Guzman, Kathryn McCormick, Misha Gabriel Hamilton, Stephen Boss, Chadd Smith, Christopher Scott, Cleopatra Coleman, Adam G. Sevani, Tommy Dewey, Peter Gallagher, Mia Michaels

Guión: Amanda Brody

Duración: 99 min

Género: Musical | Romántico

Estreno: 07/09/2012

Público: Jóvenes

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 2

Amor: 2

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

La saga de «Step Up» puede llegar a ser interminable. Es verdad que ha ido evolucionando desde la primera parte, Step Up (Bailando), donde los personajes estaban medianamente trabajados y fue protagonizada por la estrella en ciernes Channing Tatum. Pero luego las personas empezaron a ser lo de menos y los bailes se convirtieron en el plato fuerte, en un «in crescendo» con cada film. En esta cuarta parte, Step Up Revolution, las cosas siguen evolucionando por los derroteros estipulados. O sea, que los productores no se han estrujado mucho el cerebro y desde luego la debutante guionista Amanda Brody ha escogido el camino más fácil. Aquí sólo importa una cosa, los bailes. Pero, por otra parte, si está tan clara la fórmula del éxito –coreografías explosivas a ritmo callejero, con amor entre chico y chica provenientes de universos distintos–, ¿por qué liarse la manta a la cabeza y prestar atención a los caracteres de los personajes, a la originalidad o a la credibilidad del guión?

No se busque, por tanto en Step Up Revolution, nada que no sean relaciones superficiales, conflictos sentimentales de cuchufleta, restriegues de cuerpos sudorosos no aptos para menores y postales edulcoradas con skyline de fondo. Eso sí, los amantes del baile y las coreografías habrán de pasar por alto todas estas fruslerías y alucinar con algunos numeritos que están muy, pero que muy bien. Sabiamente apoyado en el milimétrico montaje y el ritmo frenético de la música, el director Scott Speer entrega números tan sorprendentes como el del museo, originalísimos como el del hall de la empresa o tan desmesurados como el de la secuencia final, en donde somos testigos de los malabares corporales más impactantes.

 




Fuente: www.decine21.com