Un amor de verano, aventuras de caballos y una estética atractiva conforman esta historia que moderniza la famosa saga alemana de Immenhof. Sin muchos elementos que resaltar, la cinta resulta agradable y entretenida.


A medida que se aproximan las vacaciones estivales, es común buscar en el cine historias ligeras y refrescantes que hagan pasar un buen rato. Y eso es, en definitiva, lo que tiene que ofrecer este estreno llegado de Alemania. Sin ser un producto brillante, el film brinda aventuras sencillas, relaciones familiares y romances que entretendrán a la audiencia durante casi dos horas.

El guion de Sharon von Wietersheim es una actualización de la saga de películas que estuvieron en salas entre 1955 y 1974. La directora y guionista adapta a los tiempos actuales las entrañables andanzas en la granja de Immenhof, hasta el punto de incluir a un youtuber.

El tono familiar hace que la cinta sea adecuada para todos los públicos. Además, obsequia al auditorio con paisajes bonitos y planos de caballos acompañados por una agradable banda sonora. Aún así, cuenta con algunos elementos que pueden irritar ligeramente al espectador, como la larga duración, alguna sobreactuación o los descuidos extremadamente torpes o evidentes que hacen que las resoluciones de conflictos sean facilonas. De todas maneras, esto último posibilita a los más pequeños predecir o intentar adivinar qué sucederá.

A pesar de los errores, el largometraje subraya mensajes interesantes como la importancia de la familia, la amistad, la superación personal o el respeto a los animales. El reparto, solvente en sus papeles poco desarrollados, ayuda a resaltar esas cuestiones a través de los diálogos.

Un verano inolvidable es una propuesta blanca y amena para hacer una pausa distendida. El largometraje es satisfactorio para todo aquel que pretenda encontrar un relato simpático y bondadoso sin esperar componentes ingeniosos.

Firma: Patricia Amat